Ciencia, tecnología y educación
Con el advenimiento del tercer milenio se pusieron en evidencia contradicciones y conflictos que se habían acumulado, a través de los años, en los sistemas de la sociedad humana.
El progreso basado en el conocimiento produjo una serie de intentos revolucionarios que en lo social, lo económico, lo político y lo tecnológico quedaron inconclusos, desembocando finalmente en un modelo basado en la gestión del conocimiento que se va consolidando, con el cual se aceleraron los ciclos de producción de conocimientos y su incorporación al aparato productivo.
La ciencia, entendida como el conjunto de conocimientos ciertos obtenidos mediante la observación, la experimentación y el razonamiento, sistemáticamente estructurados y de los que se deducen principios y leyes generales, complementada por un conjunto de métodos y de procedimientos que tienen como objetivo alcanzar un resultado, desemboca en la aplicación sistemática del conjunto de conocimientos científicos y empíricos con el propósito de alcanzar un resultado práctico que resuelva una situación o un problema de la vida humana o que cambie o administre el entorno y concluye en la incorporación de las tecnologías en los procesos productivos que resultan en un beneficio económico, cerrando el ciclo Ciencia-Tecnología-Innovación.
Este ciclo constituye la base de la Sociedad del Conocimiento a la cual aspiramos a incorporarnos de manera idónea, para aprovechar el progreso de la humanidad y abandonar definitivamente las riberas del subdesarrollo.
La educación cumple un papel fundamental como mecanismo de relacionamiento entre los actores sociales, la naturaleza y la sociedad, de manera que alrededor del conocimiento se construyen alternativas de dignidad, de democracia y de solidaridad sobre las cuales tendremos que construir las políticas y las estrategias del futuro, porque no nos interesa construir el futuro que la sociedad actual -colapsada desde sus bases- necesita, sino más bien construir aquella sociedad que el futuro requiere para brindar oportunidades, individuales y colectivas a toda la población, en un marco de armonía y equidad.
La clásica dinámica de agotamiento de los modelos organizacionales seguida de la obsolescencia del modelo epistemológico que los fundamenta nos obliga a pensar y actuar de manera creativa en un marco estrictamente ético en el cual las oportunidades de educación de calidad tienen que abrirse para toda la población.