Mañana la asamblea debatiría en el pleno el proyecto de ley de prevención de estupefacientes
Vergüenza y desconocimiento impiden a los padres hablar de drogas con sus hijos
Guayaquil-Quito.-
La familia es similar a un edificio. Las bases o pilares son los padres y en los pisos superiores están los hijos. Su desarrollo depende de cuán grande ha sido la ‘inversión’ a través de los años. Cuando la estructura del hogar tambalea, la construcción es más vulnerable a los daños externos. Pero esta inversión se traduce más que en dinero, en comunicación y confianza.
Las drogas y las malas influencias ponen a prueba estos valores en la estructura familiar. Cuando no hay ‘inversión’ ocurren los problemas. Tome de ejemplo a Geoconda, quien por más de 10 horas a la semana salía a trabajar para alimentar a sus 15 hijos, casi nunca pasaba en la casa y se enteró a través de la televisión que su hijo consumía la ‘H’.
“Mi esposo y yo sospechábamos lo que estaba pasando. No podíamos decirle una broma porque se enojaba de la nada, ya luego cuando se metía eso en su nariz empezaba a pegarle”, cuenta la mujer que viven en Guayaquil, y cuya pareja se suicidió. Cinco de sus 15 vástagos son adictos, y desde la semana se rehabilitan en 2 hospitales de la ciudad.
La madre reconoce que le faltó tiempo para conversar con sus hijos sobre las drogas. Dice de manera enfática que desconoce quiénes son los amigos de los chicos y reflexiona: “Tengo un poco de culpa, No podía controlarlos”.
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¿Qué está fallando?
Miriam Álvaro, psicóloga del colegio Ati II Pillahuaso del puerto principal, expresa que aún existe desconocimiento en los padres sobre los estupefacientes, mientras que otros tienen vergüenza de discutir el tema. Añade que los progenitores cumplen un rol importante en la parte anímica de sus hijos, sin dejar de lado que de ellos depende la parte alimenticia y de valores. “Si una mamá deja a la deriva a su hijo, el que quiere vender droga lo va a conectar rápidamente porque ellos investigan todo: si el chico vive solo, si nadie lo cuida”.
La psicóloga clínica Martha Salazar tiene otra postura. Para ella lo más importante frente a la problemática es una frase, que ya suena a muletilla y tan poco practicada: comunicación familiar.
“Los padres quieren mantener el mismo ritmo de tratar a un bebé, al que le dan una instrucción y tienen que cumplirla y pasan por alto que el menor tiene que ir madurando e ir asimilando responsabilidades”, explica Salazar, quien junto a Álvaro participaron de un taller con responsables de los 12 distritos del Ministerio de Salud en la zona 8 (Guayaquil, Durán y Samborondón).
Ellas pertenecen a los DECE (Departamento de Consejería Estudiantil), instancias ahora encargadas de hacer lo que debe empezar en casa: conversar y escuchar a los jóvenes.
Parecería entonces que la problemática de la adicción se trasladó a los planteles, para que sean los maestros o psicólogos quienes solucionen el tema.
“Debe ocurrir lo contrario, la primera educación empieza en el hogar y el colegio es un refuerzo de los valores aprendidos en los primeros 5 años de un niño. Pero cómo los padres no han colocado las bases, ahora quieren que el Estado y los maestros tomen la posta”, dice Lorena Espejo, jubilada luego de 42 años de trabajo en el magisterio.
En la zona 8 el MSP y el Ministerio de Educación han priorizado 33 circuitos para enseñar a los maestros y psicólogos cómo acercarse a los chicos. La semana pasada inició la capacitación con 450 profesores.
Un ‘Mea culpa’
Al menos una docena de padres consultados por este medio coincidieron en que es de su total responsabilidad el cuidado de sus hijos y el vínculo que ellos puedan tener con las drogas. “Así uno trabaje tiene que estar pendiente de sus hijos, porque la principal formación viene desde la casa, el colegio es solo un complemento”, dice Mariana Valero.
Elizabeth Molina indica que procura dejar en la puerta del colegio a su hijo de 12 años y también se da un tiempo para ir a verlo a la hora que termina la jornada. Además controla lo que publica en su Facebook y habla con él de las consecuencias que podría acarrearle el consumo de estupefacientes.
La psicóloga Margarita Peralta, de la Unidad Educativa Fiscal Guayaquil, señala que detectar el factor causante de la problemática de las drogas es muy complicado, ya que convergen situaciones familiares, sociales, económicas, así como amistades y necesidades.
La urgencia de una nueva ley
El consumo de drogas iniciaría en los estudiantes a partir de los 14 años, según una encuesta del Consep hecha a jóvenes de 12 a 17 años.
El primer contacto con la marihuana sería a los 15,5 años en Quito y 14,6 en Guayaquil.
Con estas estadísticas de por medio y la urgencia por los casos de jóvenes consumidores, la Asamblea trataría mañana en el pleno la Ley Orgánica de Prevención Integral del Fenómeno Socio Económico de las Drogas y de Regulación y Control del Uso de Sustancias Catalogadas Sujetas a Fiscalización.
El debate tendrá como base el informe aprobado por la Comisión del Derecho a la Salud, tras la socialización con padres, organizaciones, autoridades y demás actores involucrados. El proyecto contempla más sanciones para el micro y mediano tráfico y la incorporación de la Secretaría Técnica, para trabajar en la prevención, en especial en los jóvenes y en los colegios. (I)