Niños venezolanos se insertan en el sistema educativo público
Tienen 11 años y por primera vez inician un año escolar en otro colegio, en otra ciudad y en otro país. Ányelo Eman y Abraham González llegaron a Quito desde Venezuela a finales de 2017 e inicios de este año, respectivamente. Lo hicieron para reencontrarse con sus padres que migraron a Ecuador por la crisis que vive su nación.
Son las 06:30 y por el pasillo de una casa rentera, en el norte de la urbe, camina Ányelo. Se dirige a la cocina. Ahí está su mamá Yulexi Sevilla.
La mujer, que cuando llegó a la capital se mantuvo con la venta de golosinas en buses, prepara arepas. Mientras vigila la cocción recuerda que el primero en migrar fue su esposo Carlos (6 diciembre de 2016).
Ella lo hizo en julio de 2017, y en diciembre de ese año su mamá Lucrecia López salió de Barinas con Ányelo y sus dos hermanas de cinco y tres años.
A cuatro cuadras de la casa queda la Unidad Educativa Roberto Arregui Moscoso en donde fue inscrito Ányelo.
Es la inauguración del año escolar y la mayoría de los menores está acompañado de sus padres. Ányelo camina y entre los estudiantes ve un rostro conocido. Es Abraham.
Ellos se conocieron en el centro escolar y a pesar de que son de regiones diferentes, su nacionalidad fue el vínculo para su amistad.
Ambos cursan el último año de primaria. Su ingreso al sistema nacional de educación pública se dio tras meses de trámites.
Mientras se desarrolla el minuto cívico en una de las canchas de la institución, la abuela de Ányelo saluda con Yasmina Hera, mamá de Abraham. La mujer es oriunda de Barquisimeto.
En el Arregui Moscoso se forman 1.140 menores. De ellos más de 100 son extranjeros (venezolanos, colombianos y haitianos) señala Magaly Chávez, rectora del establecimiento. Para el inicio del año lectivo, el Ministerio de Educación informó que de los 133.000 alumnos nuevos, 8.000 son extranjeros y de ese grupo el 80% es venezolano.
Ányelo tiene una enfermedad que provoca pérdida de cabello, la intervención de las docentes para explicar la condición hace más llevadero su día a día. Los menores no se sienten discriminados, la rectora hizo énfasis en el respeto y la inclusión. El trabajo en conjunto es la sugerencia del psicólogo educativo Julián Altamirano, quien recomienda actividades en conjunto para evitar la exclusión. (I)