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Una luchadora intensa que usa el sentido estratégico de la política

Una luchadora intensa que usa el sentido estratégico de la política
26 de diciembre de 2013 - 00:00

Su oficina es el retrato vivo de la intensidad de su lucha: el celular a la mano, dos computadoras encendidas, una pila de libros, unas banderas del movimiento gay mundial, un conjunto de fotos de  sus actividades, incluida una donde aparece como ángel, y la cartera donde le es difícil  encontrar un papel o su pasaporte.

Posee ese olfato político para apuntalar acciones concretas sin riesgo de perder o ser vencida. En casi dos horas de conversación con el autor de este artículo y la editora de Sociedad, Karla Pesantes, aflora toda su personalidad, su pasado más combativo y una luz en sus ojos que permite vislumbrar cómo quiere ver a su comunidad en los próximo años.

Su risa chillona, a veces, desata alegrías en plena conversación. No es una activista ortodoxa y deja en claro (en la mirada, en las manos, en toda su gestualidad) que goza de esta lucha, pero la goza sufriendo y alcanzando pequeñas victorias. ¿La más importante? La suya consigo misma, con su madre y con su pareja (un hombre que la ama como mujer y asume todas las complejidades de una relación heterosexual clásica).

No hay duda de que la adversidad genera y proyecta los mejores talentos de los seres humanos. Y en el caso de Diane Rodríguez es evidente el sentido estratégico de la política. En otras palabras: ganar lo más posible con el menor costo. Y además: alcanzar metas posibles en condiciones concretas, sin idealismos vacuos.

Diane no es ajena a su historia. Tiene claro que con  Nebot no hay puntos de coincidencia.Claro, algunos de sus críticos consideran que Diane ha cedido porque no se alcanzó lo más importante (según ellos): el matrimonio gay. Pero ella cree que el avance que se ha dado es importante, como lo explica en la entrevista que se publica en esta edición.

En por lo menos una docena de veces cataloga la reunión con el presidente Rafael Correa como histórica y en otras tantas la menciona para explicar cómo ocurrió: “La noche anterior no pude dormir. Me desperté como a las cinco de la mañana pensando qué iba a decir... Y esa noche, luego del encuentro, pude dormir temprano y contenta”.

Sin decirlo (o entre líneas) asume la reunión como una victoria política personal que ni el triunfo en las elecciones para asambleísta le habría dado tanto alegría. Menciona que haberse reunido con Correa le cambió la percepción y la misma imagen del Primer Mandatario. Aunque no coincide en todo con él, cree que es un hombre que ha hecho mucho por el país y ahora también por la comunidad GLBTI.

Deja entrever las diferencias con Ruptura de los 25, la organización con la que participó en los comicios del 17 de febrero pasado. No se siente utilizada por esa organización, pero sí cree que sus propuestas no tuvieron la mejor acogida  y que, sobre todo, no la consideraron parte importante de la propaganda y publicidad. Quizá por eso hizo sus propios spots, que en las redes tuvieron más acogida que los de otros candidatos.

Diane sabe en qué país actúa y lucha. No es ajena a su historia y a las diversidades de la misma nación. Por eso, cuando se le pregunta si el movimiento feminista ayudó o perjudicó al movimiento GLBTI se detiene a reflexionar y modera su respuesta. Asume que hay diferencias y no precisamente acuerdos mayores para coordinar acciones.

Pero sí tiene claro que en esa diversidad y complejidad política, con Jaime Nebot no hay puntos de coincidencia. Que si el alcalde guayaquileño les invita a conversar irán, pero ven eso como una posibilidad muy lejana. Y no se trata, afirma, de un asunto personal sino de que en Guayaquil no hay políticas públicas ni acciones y mucho menos ofrecimientos a favor de su comunidad. Todo lo contrario, es un espacio para la discriminación, acota.

Por lo pronto sabe que la lucha es larga, que no va a ser trascendental el matrimonio igualitario porque ahora hay demandas mucho más urgentes. ¿Cuáles? Por ejemplo, dice, que en el Seguro Social se reconozca la posibilidad de acceder a un crédito hipotecario y que el sistema acepte que una pareja homosexual se inscriba. Y como esa lucha es larga, Diane Rodríguez tiene que prepararse y se nota que se forma académicamente, pero en lo esencial su pensamiento está en la política, no en la partidista, sino en la que alcanza metas concretas sin cálculos ni concesiones.       

Su lucha, por lo pronto, ha instalado en el imaginario ecuatoriano a un nuevo y activo actor: el movimiento GLBTI. En adelante, con todas las contradicciones propias, ese movimiento, para ella, debe discutir y reflexionar más, pero sobre todo sentirse más solidario con sus propias causas. Claro, la violencia simbólica de muchos años no puede solo ser parte de su lucha, sino la de todo el país para que sea efectiva la inclusión.

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