Hoy cuando se recuerda el Día Mundial de la Alimentación se evidencian dos formas de ver el mapa de la nutrición: el hambre y el exceso de comida. Son dos rostros: la desnutrición y la obesidad. Por un lado, más de 795 millones de personas van a la cama sin comer adecuadamente, y por el otro una familia que sale a un centro comercial bota la mitad del plato al tacho.

En una parte del planeta, por ejemplo África Subsahariana, la malnutrición afecta a una de cada 3 personas, y en algún país desarrollado viven 1.900 millones de adultos con sobrepeso.

Lo preocupante según la FAO es que a diario se desperdician carnes, legumbres, frutas, cereales y diferentes tipos de alimentos, que representan un tercio de toda la comida que se produce para el consumo.
En un recorrido realizado por este diario, se conoció que en Guayaquil uno de los locales de cadenas de comida rápida (especializado en pollos) desecha 10 kilos de alimentos a diario. De este total, el arroz cocinado es el principal producto que termina en la basura, con 5 kilos.

Es decir, que a la semana terminan en el botadero 70 kilos de comida y al mes 2.100 kilos. Son alimentos ya preparados y que al final no se logran vender. Los clientes también suman al total de desperdicios con las sobras en los platos. Los residuos suman unas 20 fundas diarias.

Otro local, dedicado a la venta de menestras, clasifica la basura en tachos de colores verde y plomo. En el primero son recolectados desechos orgánicos y en el segundo los inorgánicos, en donde son depositados cubiertos, vasos y platos plásticos.

El 70% de desperdicio es de arroz, porque es preparado en ollas de 6 kilos y en algunas ocasiones no se vende totalmente.

Lo que menos se bota son las carnes cocinadas, como chuletas y presas de pollo, porque se preparan de acuerdo al pedido de los clientes.

Otra cadena de comida rápida, cuya especialidad son las hamburguesas, desecha al menos 2 bolsas de comida, en donde predominan las carnes, los panes y la cebolla. Los desperdicios de los clientes son recolectados en otras fundas y llegan a 6 al día.

Una situación similar ocurre en un local en donde se desechan 10 bolsas con harina, lechuga, tomate y pollo a diario. En contadas ocasiones y solo cuando el gerente del local lo dispone, estos productos son regalados, pero la mayoría termina en el botadero.

De acuerdo a la FAO, aproximadamente la mitad de las calorías de los alimentos desperdiciados en los países en desarrollo se produce en el punto de consumo, ya sea en la casa o cuando se come fuera.

El subsecretario General de la ONU y director del Pnuma, Achim Steiner, manifestó que “la realidad absurda que un tercio de los alimentos que producimos se pierde o desperdicia cada año tiene un impacto significativo en las personas y el planeta”.

“Es claramente una cuestión ética, dado que millones de personas pasan hambre todos los días, por no hablar de los 3,3 millones de toneladas de gases de efecto invernadero de estos residuos que se suman a la atmósfera”.

Steiner también hizo referencia a una pérdida de mano de obra, agua, energía, tierra y otros insumos utilizados en la producción de alimentos.

Según la FAO, la pobreza suele comenzar con deficiencias en la nutrición y la salud, especialmente en los primeros años de la infancia, debido a que los más pobres se hallan atrapados en círculos viciosos de hambre, nutrición deficiente y baja productividad.

El Instituto de Recursos Mundiales (WRI) estima que disminuir a la mitad la tasa de pérdida de alimentos y los residuos hasta 2050 podría cerrar más del 20% de la diferencia entre los alimentos disponibles en la actualidad y lo que se necesita a 2050.En el Día de la Alimentación, celebrado cada 16 de octubre, el secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, presentará en Milán una declaración dirigida a las personas para que colaboren en la lucha contra la subalimentación, la malnutrición y el desperdicio, así como en la promoción de la sostenibilidad y del acceso a los recursos naturales. (I)

Miles suben sus desafíos a un portal

Un compromiso para promover la comida ecológica

Desde los agricultores de quinua orgánica en Argentina, pasando por los mercados verdes de Quito y viajando hasta aquella madre que le envía frutas en la lonchera a su hijo en lugar de papas fritas procesadas. Todos son ejemplos de una comida ecológica y la aspiración de la organización Greenpeace es que la población mundial tenga derecho por igual a este tipo de alimentos: orgánicos, sin pesticidas y económicos.

¿Cómo se lo consigue? “La clave es la agricultura familiar y comunitaria, un sistema de producción de comida que integre la ciencia y métodos tradicionales, además del intercambio de productos entre vecinos”, explica la ONG.

Hoy para recordar el Día Mundial de la Alimentación, Greenpeace ha creado una página con compromisos globales, es decir donde cada persona puede colocar cuál será su promesa para lograr que a su mesa lleguen productos cultivados de forma ecológica. Después de todo, la producción agrícola a gran escala es la responsable de 5.000 millones de toneladas de CO2 al año, según la FAO.

En el portal www.iknowwhogrewit.org/ (Sé quién lo cultivó) se registraron hasta ayer más de 53.000 compromisos de los internautas.

En la página había cientos de promesas, una de las más populares era “Yo me desafío a comer solo comida orgánica y frutas que sean de la temporada”, esta iniciativa tenía más de 169 firmas por ejemplo de usuarios de distintas partes del mundo. Otro internauta había colocado: “Yo me desafío a sembrar mi propio huerto en casa y cultivar mis frutas y vegetales”. Quien desee participar aún puede colocar sus compromisos en el sitio web y trabajar por cumplirlos. (I)