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El curso del baúl de pinocho tiene 3 niveles y 400 clases
"Un niño multilingüe es más seguro en la vida"
Arianna ya sabe decir hello (hola), milk (leche), cat (gato), dog (perro) moon (luna) en inglés; danke (gracias) en alemán. También bonjour (buenos días) en francés y hao (adiós) en chino-mandarín. A la menor de 12 años, quien fue diagnosticada al nacer con síndrome de Down, le tomó 6 meses aprender estas palabras. La pequeña usa la plataforma digital Polyglot World, un sistema usado por el centro Baúl de Pinocho para enseñar idiomas a niños con discapacidad intelectual o autismo.
Patricia Zeas de Alarcón, coordinadora académica de la Fundación Baúl de Pinocho y doctora en Ciencias de la Educación, explica que se trata de una metodología para el desarrollo neuronal en menores de 2 a 8 años. “A través de videos, juegos, canciones y diferentes ejercicios de atención, los menores hacen todas esas interconexiones neuronales y desarrollan su nivel de atención, concentración, memoria y desarrollo del habla”.
Una clase inclusiva y dinámica
Son casi las 15:45 y la clase de idioma está a punto de empezar. Pero antes, Demnis Montiel, una de las educadoras, pide a los menores que tomen un vasito de agua. Esto lo hace para estimular su cerebro. “Es importantísimo. Es para que el cerebro se despierte y capten con más facilidad lo que se les enseña”.
Una vez que todos están listos con la proyección de videos multilingües, Montiel se dirige a los menores y pregunta: ¿Cuál es la primera palabra? La respuesta es ‘hellooo’. Así continúan con la pronunciación de ‘good bye’, ‘bonjour’, ‘alo’ en chino-mandarín, hasta que aparece ‘pelusa’, un títere que es utilizado para volver más dinámica la clase.
Arianna está entretenida con su tablet, pero luego se integran al grupo de niños José Antonio (3 años); Ivana (4 años) y Fiorella (6 años). A unos pasos de ahí hay un niño con autismo, que con algo de temor también participa en la clase.
Han transcurrido cerca de 10 minutos y al ritmo de ‘Voy de aquí, voy de allá, jugando en todas partes’, que pone a bailar y reír a los pequeños, culmina la primera parte de la enseñanza de idiomas. Para la segunda, los niños usan cartillas especiales y un lápiz digital que al colocarlo encima de las imágenes reproduce en el idioma que se señale en qué consiste la gráfica.
Maritza Martínez, directora de la fundación Baúl de Pinocho, explica que la metodología Polyglot World es de origen colombiano, pero tiene soporte científico de la Universidad Complutense de Madrid, donde se hicieron todos los estudios y su producción se despacha en países como Costa Rica, México y ahora en Ecuador. El programa tiene 400 clases y está conformado por 3 módulos: A, para niños de 2 a 4 años; B, de 4 a 6; y C, de 6 a 8 años.
Martínez, quien sabe lo que es tener una hija con síndrome de Down, asegura que esta herramienta de aprender otro idioma es imprescindible, ya no con el materno; para los niños especiales es como una actividad extra. “No hay que pensar que por haber nacido así no puedan desarrollar otras habilidades; uno como padre y educador se da cuenta”.
Asegura que con Arianna ha podido comprobarlo. “Me ha pasado que cuando vamos a casa ella me dice ‘mamá, house’, o cuando ya es de noche, ‘mamá, moon’. Le es más fácil que decirlo en español. Esto significa que se ha logrado captar la atención del menor y que no solo repite la pronunciación sino que la entiende”.
La lengua materna no es suficiente
Zeas asegura que es importante que en el siglo XXI los niños aprendan el idioma. “Un niño multilingüe es un menor con capacidad para tomar decisiones, accede a la información, e incluso es más seguro en la vida. No hay que subestimar que ellos por ser especiales no necesitan otros idiomas. Cuando ya se gradúen, y ante una situación que no esté la mamá, pueden tomar una decisión”.
Algo parecido pasa con Xiomara Díaz, quien quiere trabajar. La joven con síndrome de Down cumplió 25 años y no le gusta que le traten como niña. Ella y otros infantes regulares también aprendieron de manera didáctica 5 idiomas.
Precisamente, Martínez aclara que la metodología no es solo para niños con capacidades especiales sino para regulares. También para jóvenes, adolescentes e incluso adultos mayores. En las personas de la tercera edad es un mecanismo útil para prevenir el alzhéimer con el aprendizaje de otros idiomas.
Gabriela Wonsang, madre de Ivana y tía de Fiorella y José Antonio, cuenta que los inscribió en el curso porque ellos van a empezar clases y “esto va a hacer que no los tome como nuevos”.
Destaca -Gabriela- que su niños junto con menores con discapacidad tomen clases, porque esto es parte de la inclusión. (I)