Trasplante bipulmonar, una realidad en el país
Han pasado cuatro años y medio desde la última vez que Karina Cuascota, quien se recupera de un trasplante bipolmunar, hizo volar una cometa junto a su hijo Boris.
La mujer de 30 años fue diagnosticada con bronquitis constrictiva, una insuficiencia respiratoria crónica severa en fase terminal. Para vivir utilizaba oxígeno las 24 horas del día. Por su enfermedad, no solo dejó de jugar con su hijo sino también de hacer actividades cotidianas.
Cambiarse de ropa, cepillarse los dientes o peinarse hacía que se fatigara.
Boris Morales, hijo de Karina Cuascota, abraza a una de las profesionales que intervino en la operación de trasplante de pulmón de su mamá. Foto: Jhon Guevara / EL TELÉGRAFO
Su esposo, Juan Pablo Morales, recuerda que los síntomas se iniciaron en 2014 cuando Karina padeció de artritis, una enfermedad que afecta a las articulaciones de los huesos. Morales aseguró que los fármacos que le medicaron a su esposa afectaron sus pulmones.
Con el paso del tiempo las señales de su mal estado de salud fueron notorias. Al cansancio se sumaron la falta de aire, los sangrados nasales y una tos constante.
Las dificultades para respirar hicieron que la pareja llegara hasta el Hospital Carlos Andrade Marín (HCAN).
Karina empezó a recibir atención médica en esa casa de salud, que pertenece al Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS).
Después del diagnóstico de los médicos se concluyó que si Karina quería seguir viva necesitaba un trasplante de pulmones. Los suyos estaban en un deterioro crónico.
Durante dos años, Karina pasó en la lista de espera única nacional hasta que el 14 de julio de este año se convirtió en la primera persona en beneficiarse del Programa de Trasplante Pulmonar emprendido por el HCAN.
En la actualidad, Karina permanece en una sala de hospitalización. Aunque los galenos aún no tienen fecha para su alta médica, su hijo espera con ansias ese día.
Asegura que el mejor recuerdo que tiene de su mamá es cuando volaban cometas juntos. “Es verano y en esta época siempre hacíamos eso. Cuando ella vuelva a casa y se recupere es lo primero que haremos”, cuenta Boris mientras ingresa por la puerta principal del HCAM.
91% de la población es donante
En Ecuador, según Carlos Velasco, director ejecutivo del Instituto Nacional de Donación y Trasplante de Órganos, Tejidos y Células (Indot), el 91% de la población es donante voluntario.
Para el funcionario ese tipo de prácticas representan “el milagro después de la vida”. Del mismo donante de Karina se extrajeron sus córneas y riñones para trasplantarlos en otros pacientes.
Esos procedimientos ya se realizaron, indicaron los galenos del HCAN.
Esa casa de salud empezó hace cuatro años el proceso de validación para emprender el programa de trasplante pulmonar. En febrero de este año se acreditó.
Los galenos Miguel Moreira, director médico técnico, y Darío Guamán, cirujano líder del Programa de Trasplante Pulmonar que se ejecuta en el HCAM, lideraron el equipo que participó en la intervención médica.
Guamán explicó que para determinar la compatibilidad entre el paciente y el donante se toma en cuenta el tamaño del órgano y el tipo de sangre.
La intervención de Karina fue un éxito. Después de 24 horas de realizada la operación, la mujer no presentó complicaciones y respiró con sus nuevos órganos.
Al término de la cirugía, Ecuador se convirtió en el sexto país de Sudamérica en realizar trasplantes de pulmón y el único en el mundo en operar a mayor altitud sobre el nivel del mar. Quito se ubica a 2.800 metros.
“En la altura el oxígeno es menor, por eso fue un reto”, indicó Moreira. (I)