La tradición oral se mantiene viva en un coro de mujeres indígenas
El deseo de cantar igual que su madre llevó a Petrona Tenelema Mangya, de 40 años, a grabar en su mente las letras musicales.
Al no saber leer ni escribir, ella solía repetirlas en voz baja para posteriormente acompañar a su progenitora.
Desde niña, la voz de su madre se convirtió en la favorita: la escuchaba todo el tiempo tararear y en otras ocasiones el canto y el baile se apoderaban de ella, llenando su memoria de grandes recuerdos.
La música ha servido también para evangelizar a los habitantes de la provincia del Chimborazo.
“Mis hermanas y yo disfrutábamos mucho de la voz de mi mamá, incluso solían pedirle que cantara en fiestas de la comunidad porque lo hacía con mucha gracia”, indicó la artista.
A la edad de 15 años, Petrona ya tenía un repertorio musical con el cual entretenerse mientras realizaba las tareas de arar la tierra y cosechar el producto, debido a que ella se crió en la parroquia Punín del cantón Riobamba, cuya población está formada por el 95% de indígenas y dedicada en gran parte a la agricultura y ganadería.
“Todo el tiempo estuve rodeada de música, mi abuela le enseñó a mi madre, ella a mí y yo les estoy enseñando a mis hijas, incluso hago que canten conmigo”, añadió Petrona.
Ahora esta mujer de mediana estatura y con una negra cabellera que le llega hasta la cintura es parte de las 150 mujeres indígenas que conforman el coro andino impulsado por la Dirección de Cultura del Municipio de Riobamba.
Para ella fue una propuesta “cautivadora” que al escuchar no hizo más que responder con gran emoción que ¡sí!, pues considera que esta iniciativa no solo resalta las cualidades del pueblo Puruhá sino que mantiene vivas las tradiciones.
Este proyecto, que se inició en octubre de 2016, reunió a las mejores coristas en quichua de las comunidades de Cacha, Punín, Flores, San Juan y Pungalá, en edades que van desde los 5 hasta los 70 años, resaltando la interculturalidad e inclusión de los pueblos.
“La música siempre ha formado parte de las costumbres de nuestra tierra, de hecho en nuestras parroquias siempre ha sido parte esencial tanto de la alegría como de la tristeza”, acotó Aurio Gallo, habitante de Punín.
El coro ya ha tenido varias presentaciones en distintos eventos de la provincia de Chimborazo, cautivando con sus letras a los presentes.
Entre algunas de ellas se resalta la creación de Dios, el agradecimiento a la Pachamama por los favores recibidos, “además de aspectos cotidianos como la siembra, la cosecha, el amor, nuestros animales que son importantes para nuestro vivir diario; abarcamos todo tipo de cosas que nos hagan felices”, dijo Rosa Pulla, integrante del coro.
Presentación en la capital
Por primera vez el coro andino se fusionó con la orquesta sinfónica municipal que fue creada a la par en octubre de 2015 y que está integrada por 60 artistas jóvenes, cuyas edades oscilan entre los 15 y 24 años.
La preparación que les tomó varias semanas desembocó en un concierto sin precedentes en el teatro nacional de la Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión.
Las canciones fueron interpretadas en quichua y en español y dejaron en los artistas memorables experiencias que les ayudaron a combinar sinfonías de la música clásica, tropical, ritmos populares de la música ecuatoriana con lo tradicional de la música Puruhá.
“Estamos felices de tener dos pensamientos orquestales diferentes, en los que se observa la interculturalidad. Por lo general ellos cantaban con acompañamientos pregrabados, pero pensamos que este tipo de música debe ir acompañada de instrumentos que van de acuerdo al tesoro que ellos tienen. Esperamos seguir con esta idea de mantener viva la tradición oral, que a la final puede convertirse en patrimonio de nuestra provincia”, señaló Juan Carlos Ruales, director de la orquesta sinfónica.
Música para evangelizar
“Fue monseñor Leonidas Proaño quien inició con la idea de utilizar la música para evangelizar, y desde allí para los pueblos indígenas es importante que las canciones lleven mensajes de Dios, su creación y dar las gracias, por lo que esto se mantiene vigente entre las comunidades”, acotó Carlos Ruales, director de la orquesta sinfónica municipal.
En 1962 el Obispo de los Pobres, como se conocía a monseñor, fundó las Escuelas Radiofónicas Populares (ERPE), utilizada para la alfabetización, educación y evangelización de los indígenas. En esta se trataba de reivindicar la lengua quichua y prevalecer la cultura indígena. (I)