Trabajo infantil, mal que perdura
¿Quién no ha visto, en las calles de Quito, a niños y niñas que se acercan a los transeúntes para venderles caramelos, betunar zapatos o realizar alguna proeza artística? ¿O en el país, a los jóvenes que cosechan o gestionan el ganado?
Más maduros que el promedio de la gente de su edad, combatiendo su timidez, esos niños viven un día a día más difícil de lo normal. En la Mariscal, en Quito, por la noche, una niña se empeña en vender golosinas. Cuando se le pregunta dónde están sus padres responde que “trabajando, lejos”. Estos menores, para ayudar a su familia, trabajan con o sin la compañía de sus padres.
En Ecuador, según una encuesta del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), el trabajo infantil representa un total de 269.881 niños en 2010. El Observatorio de la Niñez y Adolescencia (ODNA), por su parte, registró un total de 779.000 niños trabajadores. Si las cifras discrepan, los hechos son innegables. La labor de jóvenes sigue vigente en el país de manera ilegal.
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la participación de los niños en la actividad económica es autorizada a partir de 12 años solo si no perjudica sus estudios, su salud y su desarrollo, conforme a la Convención 138. Pero el trabajo es ilegal en el momento en que tienen menos de 12 años o hasta 14 y perjudica su salud.
A nivel mundial, alrededor de 215 millones de niños trabajan, de los cuales unos 127 millones son chicos y 88 millones chicas, a menudo a tiempo completo, reportó la OIT en 2012. Entre ellos, 115 millones sufren las peores formas de trabajo, como condiciones peligrosas, esclavitud, trabajo forzado, actividades ilícitas, tráfico de drogas, prostitución e incluso reclutamiento en conflictos armados.
Según un informe de la OIT, Turquía es uno de los países en que los niños trabajan durante más tiempo por semana: alrededor de 51 horas.
Ahora bien, la asociación de Derechos Humanos Gündem Çocuk advirtió que, el año pasado, 38 niños habían muerto en su lugar de trabajo en esa nación euroasiática.
La OIT cifra en 2,5 millones el número de trabajadores infantiles en América Central, principalmente en el sector agrícola, con el 21% de niños en Guatemala, el 15% en Honduras y el 13% en Nicaragua. En África subsahariana, uno de cada tres niños trabaja, y en Asia del Sur serían unos 44 millones, informó la Unicef.
Mientras esas situaciones los exponen a graves inseguridades, a los niños también se los priva de sus derechos básicos. La OIT explica que muchos tienen poco tiempo para jugar, no pueden ir a la escuela y no reciben la alimentación ni los cuidados que deberían.
El trabajo de los niños existe desde la antigüedad, pues la esperanza de vida era muy corta y la gente se casaba temprano, teniendo que independizarse. Ahora, las concepciones han cambiado y esa situación está considerada como intolerable por una mayoría de personas.
Por lo tanto, aunque la toma de conciencia cobró importancia, los abusos persisten. En India, país del mundo con más trabajo infantil, la ley que prohíbe a los niños ejercer una actividad económica no se respeta.
Frente a esas situaciones se aprobó, en noviembre de 2010, el Plan de Acción Mundial para la eliminación de las peores formas de trabajo infantil hasta el 2016 con el objetivo de que el Programa Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil (IPEC) centre aún más su labor estratégica a nivel nacional, regional e internacional.
ESTA PRÁCTICA SE REDUJO UN 11% EN ECUADOR
Ecuador disminuye los niveles de desigualdad. Un mayor acceso a la educación contribuye a disminuir el número de niños en situaciones de explotación laboral.
Según explicó Nadya Vázquez, representante del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), el país redujo del 17% al 6% el índice de trabajo infantil en los últimos 6 años.
Unicef en Ecuador realiza acciones de asistencia técnica y legal para que la sociedad cuente con marcos dentro de la ley orientados a garantizar la exigibilidad de los derechos de la niñez y la adolescencia.