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Punto de vista
Temperaturas confortables en edificaciones para mejorar la calidad de vida
La búsqueda de un ambiente confortable surge de la necesidad de nuestro cuerpo de estabilizar su temperatura dentro del rango de los 37 grados centígrados, lo cual es indispensable para mantener la salud y el bienestar de los seres humanos.
Para conservar esta constante de temperatura, el organismo tiende a autorregularse cuando empezamos a sentir temperaturas extremas temblamos para generar más calor o sudamos para eliminar el calor sobrante, con el fin de conseguir el equilibrio térmico del que hablamos.
La incomodidad corporal frente a la temperatura en un ambiente debe ser considerada como una advertencia de peligro para la salud. Por eso es importante que los espacios de vivienda o trabajo presenten condiciones térmicas adecuadas.
La amenaza del cambio climático y el aumento de casos en los que se presentan condiciones climáticas extremas incrementan la necesidad de mejorar la calidad de las edificaciones, con el fin de asegurar condiciones de temperatura que no pongan en riesgo la salud de sus ocupantes.
A pesar de que en los edificios que habitamos presentan condiciones de calor y/o frío moderado, en los últimos años el número de personas que mueren por condiciones climáticas extremas en el mundo aumentó. Un claro ejemplo es la ola de calor que costó la vida de alrededor de 35.000 personas en Francia, Italia y España en el año 2003, por los altos índices de pobreza energética (concepto utilizado cuando una persona no puede garantizar una temperatura confortable por carecer de recursos para contar con calefactor o aire acondicionado).
El costo que representa utilizar sistemas mecánicos de climatización para mantener temperaturas apropiadas en el interior de las edificaciones provoca que muchas personas de bajos recursos económicos vivan en condiciones ambientales que ponen en riesgo su salud.
Resulta evidente que la temperatura a la que se requiere mantener un ambiente interior influye de forma directa en el consumo energético de una edificación. Por esta razón, el reto de las sociedades está en minimizar los períodos del año que requieren la utilización de sistemas mecánicos de climatización, reduciendo la pobreza energética y las enfermedades de quienes no pueden costear sistemas de climatización artificial.
En este contexto es fundamental diseñar adecuadamente las edificaciones y usar un enfoque de adaptación para lograr condiciones de confort en el interior de una vivienda o trabajo.
Por eso existen los estudios para mejorar las condiciones de temperatura en los ambientes internos que tienen como fin definir los rangos de temperatura que se consideran aceptables en los ambientes interiores para proteger la salud y el bienestar de los ocupantes, utilizando la menor cantidad de energía.
En Ecuador estos estudios han sido realizados en la ciudad de Quito por el Instituto Nacional de Eficiencia Energética y Energías Renovables (INER), a través de su equipo de investigación en eficiencia energética en edificaciones.
La metodología aplicada partió de determinar cómo se sienten las personas en un ambiente interior para establecer los rangos de temperatura de confort, preguntándoles a través de encuestas acerca de su sensación frente a la temperatura de un ambiente.
Este método de evaluación es conocido como estudio de campo o experimental y sirve para conocer la sensación de temperatura real de las personas y los comportamientos que generan confort.
Además de conocer la sensación térmica, se necesita estudiar a detalle las condiciones ambientales a las que están expuestas las personas que responden a las encuestas. Para ello se utilizó sensores, colocados al interior de las edificaciones analizadas, para medir principalmente la temperatura del aire, la temperatura radiante media (que es el promedio de la temperatura en un espacio generado por la radiación solar) y la velocidad del aire.
A partir de los parámetros medidos se calculó la temperatura operativa, que en términos prácticos representa el valor promedio de la temperatura del aire y la temperatura radiante media dentro de una edificación. La temperatura operativa representa de manera más real lo que una persona llega a sentir en un ambiente interno.
En este tipo de estudios es importante conocer las condiciones ambientales exteriores de la localidad donde se ubica una edificación. En el mejor de los casos esta información se la puede obtener de alguna estación meteorológica instalada en las cercanías de la edificación, caso contrario, hay que medir al menos la temperatura del aire exterior y la humedad relativa.
Con esta información, en los estudios desarrollados en Quito, se obtuvo una relación entre la temperatura operativa y la sensación térmica real de las personas. A partir de la relación obtenida se pudo conocer la temperatura a la cual los ocupantes de una edificación se sienten confortables y así establecer los rangos de temperatura aceptables que deben tener las edificaciones.
Los resultados muestran que los ocupantes de las edificaciones en la capital del país tienden a aceptar e incluso preferir un rango más amplio de temperaturas (más calor o más frío) que los estándares recomendados en normas internacionales.
Se evidencia que existe capacidad adaptativa para generar estrategias de confort térmico sin necesidad de recurrir a climatización artificial, lo que ayuda a reducir consumos energéticos y no pone en riesgo la salud de la gente.
Sin embargo, el estudio estuvo centrado en una zona climática en la que no se advierten temperaturas extremas que ameriten estrategias de climatización mecánica y cuyas necesidades térmicas se pueden solventar a través de buen uso de materiales constructivos y diseños arquitectónicos que privilegien el confort térmico.
Por lo tanto, es necesario ampliar la muestra de personas, zonas climáticas y edificaciones en las que se evalúa el confort térmico, con el fin de generar una base para las diferentes regiones climáticas de Ecuador, que permita construir una guía o normativa aplicable a las distintas edificaciones para cada lugar del país.
En la actualidad, en Ecuador existe la intención de adoptar normativas relacionadas a la eficiencia energética en edificaciones para mejorar los consumos, por lo que es recomendable que la normativa que se adopte tenga en consideración no solo el consumo energético de una edificación, sino que también se exija que esta garantice condiciones adecuadas de confort térmico a sus ocupantes.
De esta forma, una edificación eficiente sería aquella que mantiene un ambiente interior confortable sin el uso de sistemas de climatización artificial y, por el contrario, una edificación que consuma grandes cantidades de energía en climatización sería la más deficiente y debería evitar ser construida. (O)