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El tejido, fuente de identidad y orgullo en Cacha

El telar de cintura permite a los cachenses elaborar ponchos, fajas bayetas, sacos, anacos, entre otros ropajes.
El telar de cintura permite a los cachenses elaborar ponchos, fajas bayetas, sacos, anacos, entre otros ropajes.
Foto: Diario El Tiempo
07 de mayo de 2020 - 00:00 - El Tiempo de Cuenca

Cacha es una población antigua perteneciente a la nacionalidad Puruwa, en la provincia de Chimborazo. Allí se mantienen vivas las tradiciones y costumbres heredadas de sus antepasados. Una de ellas es el tejido en telar que se ha mantenido bajo diferentes matices.

Utilizando telares de pedal o de cintura, los artesanos entretejen el hilo de lana de borrego, de algodón o de orlón y fabrican diversidad de prendas como ponchos, fajas, bayetas, sacos, kushmas y anacos, además de shigras y cintas para envolver el cabello de la mujer.

En su textilería plasman la cosmovisión de su pueblo, su relación con la naturaleza, su organización social, su cotidianidad y su religiosidad.

Hombres y mujeres han aprendido de sus padres y abuelos este arte de origen ancestral que tomó repunte durante la época de la Colonia, cuando se obligó a los indígenas a trabajar en los obrajes para pagar tributos.

“La vestimenta del runa (hombre) fue y es de gran lujo; es confeccionada por ellos mismos. Cada pueblo tenía su habilidad de tejer, coser, bordar, combinar colores y con acabados perfectos de acuerdo con el gusto, la creatividad. Por eso los españoles utilizaron como esclavos a los artesanos que producían elegantes telas que eran enviadas al rey de España”, asegura Pedro Janeta, oriundo de la comunidad Cacha Obraje e investigador sobre las culturas andinas.

El uso de la vestimenta tradicional se mantiene vigente es esa parroquia rural donde las mujeres, y en menor grado los hombres, debido a la migración al exterior o a la ciudad, se dedican a la elaboración de estas prendas. Hoy en día lo hacen con telas sintéticas, a diferencia del pasado, cuando la lana de borrego era la principal materia prima.

Janeta manifiesta que “la vestimenta es una expresión viva de la identidad cultural” y cada uno de sus colores expresa un significado.

La indumentaria del hombre de Cacha se compone de una variedad de ponchos, pantalón blanco sombrero y kushma. Se diferencian de las demás comunidades por el “koko poncho” o “Cacha poncho”, prenda emblemática en la que se plasman chakanas sucesivas.

El poncho se lo utiliza como una prenda simbólica por sus diseños y colores  y se le da uso ceremonial. (I)

Un aprendizaje constante (1890294)

 

→La faja de amarrar el cabello o cuzco cinta, una de las prendas femeninas, se confecciona con los siete “Uchilla Illawakuna” (telares pequeños). A través de estos se van formando figuras de rombo en cada mini trama. Este es uno de los tejidos que se ha transmitido por generaciones.

Terminar esta prenda en la que se destacan los colores rosa clavel, azul, verde y morado, toma un día de trabajo y el producto se comercializa en $ 10.

“Quien logra aprender este trabajo es catalogado un Yachak, porque requiere de constancia y habilidad y previamente debió aprender otras fajas de menor estilo”, dice el investigador Pedro Janeta.

Los telares muchas veces son elaborados e instalados en sus viviendas por los mismos artesanos. Consisten en herramientas sencillas que incluyen las atambas, que son dos varas donde se colocan los hilos de lado a lado para tejer o las calluas, que son los maderos con los que se golpea el tejido para prensar.

La textilería es el sustento de varias familias de Cacha; sin embargo, son los adultos que pasan de los 40 años de edad quienes mantienen vivo este trabajo artesanal. (I) et

Un aprendizaje constante
La faja de amarrar el cabello o cuzco cinta, una de las prendas femeninas, se confecciona con los siete “Uchilla Illawakuna” (telares pequeños). A través de estos se van formando figuras de rombo en cada mini trama. Este es uno de los tejidos que se ha transmitido por generaciones.

“Quien logra aprender este trabajo es catalogado un Yachak, porque requiere de constancia y habilidad y previamente debió aprender otras fajas de menor estilo”, dice el investigador Pedro Janeta.

Los telares muchas veces son elaborados e instalados en sus viviendas por los mismos artesanos. Consisten en herramientas sencillas.

La textilería es el sustento de varias familias de Cacha; sin embargo, son los adultos que pasan de los 40 años de edad quienes mantienen vivo este trabajo artesanal. A las nuevas generaciones no les interesa aprenderlo. (I)

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