Cuando el padre o la madre deben administrar un hogar, a condición de su soltería, la situación empuja a coordinar su vida familiar con aspectos de índole más íntimamente personal y laboral, lo cual conlleva a replantear los espacios determinados para las distintas actividades. En ese reordenamiento, el asignar tareas a los hijos logra una oportuna optimización del tiempo. 

La psicóloga Blanca Zea plantea que "si bien es cierto los padres solteros tienen doble carga, desde el inicio debería establecer límites y responsabilidades con los hijos. Se debe pedir la colaboración de los chicos en el aseo del hogar para que la carga no solo vaya a los padres".

La experta menciona además que "algo que debe siempre existir en una rutina diaria es una conversación con los chicos, escucharles sus problemas, tratar de no juzgarles y no retarlos cuando nos conversan su jornada del colegio".

Puntualiza que esta conversación "debería darse al llegar de la escuela o antes de ir a dormir". Ahora bien, advierte que "no hay tiempo límite para esta conversación pero el mensaje de los padres a los hijos siempre debe ser: aquí estoy, te escucho".

Por otra parte, hay que "respetar los tiempos de los niños; ellos suelen ser lentos en tareas que ya son un hábito en los adultos como comer o lavarse los dientes".

De manera complementaria, es necesario "ser coherente con lo que se predica. Los padres ordenados tienen hijos ordenados", menciona la académica.

Finalmente, Zea sostiene como pertinente el hecho de "tener una lista de tareas a hacer, ordenadas por prioridad, y actuar en consecuencia. (I)