Suicidio o el deseo no de vivir

Datos de la OMS (Organización Mundial de la Salud) son claros: Cada año un millón de personas se suicidan, 3.000 personas por día, una cada 40 segundos, 10 por cada 100.000 habitantes. Se trata de la primera causa de muerte de mujeres entre 30 y 35 años.

El suicidio es también la principal causa de muerte violenta en el mundo, por encima de homicidios, guerras y accidentes de tráfico. Su frecuencia ha aumentado 60% en los últimos 50 años y esto es debido a la crisis económica.

La OMS y la ONU (Organización de las Naciones Unidas) han lanzado la voz de alerta y señalado al suicidio como un problema de salud pública de primera magnitud. Imagen de un suicida: 95% de los casos hay trastorno psiquiátrico: depresión. De ahí la importancia de la atención y detección temprana.

El 5% restante obedece a un factor existencial: la persona ve en el suicidio la única manera de poner fin a sus problemas.

Como decían los romanos, los suicidios son un ‘homicidio tímido’, el quitarse la vida es la forma más fácil de eliminar al resto. Antecedentes familiares, tener una enfermedad crónica con dolor, conductas adictivas (alcoholismo-drogadicción), pérdidas afectivas, aislamiento y el hecho de haber tenido alguna vez pensamientos suicidas, son otros factores de riesgo.

Características comunes suicidas son: soledad, a la que se suman situaciones traumáticas: ruptura amorosa, muerte de un familiar. Detrás de un suicidio ‘siempre está el dolor’. Nadie que es feliz se suicida. El suicidio es una decisión irracional: Para ser libre hay que tener un equilibrio emocional. ¿Quiénes se suicidan? Las mujeres lo intentan más, los hombres son más efectivos, usan métodos más contundentes.

De hecho, los varones triplican a las féminas en número de suicidios. La mitad de los suicidados lo consigue tras una o varias tentativas.

Ese es el primer factor de riesgo: el haber intentado suicidarse. El que habla de suicidio es el que lo comete.
Los estudios detectan 2 picos en las cifras: la adolescencia y la vejez. Los ancianos son el principal grupo de riesgo, por varios factores: pérdida del poder adquisitivo que va aparejada a la jubilación, además está la inversión de la pirámide poblacional: cada vez hay más adultos mayores, una esperanza de vida mayor y por tanto más enfermedades crónicas, problemas familiares y la pérdida de la pareja.

Para los adolescentes, por su parte, el fracaso escolar, un desengaño amoroso, el divorcio de los padres, la presión actual para el éxito, sin tener las condiciones para que ese éxito esté garantizado o conductas de imitación, son desencadenantes de la muerte voluntaria. Del suicidio no se habla, se lo considera un pecado, un delito, una deshonra para la familia, algo romántico con una aura mística, un tabú, algo maldito e innombrable.

En Sudamérica, Chile tiene una tasa de 18 suicidios x 100.000 habitantes, la más alta en el continente.