Sobre el desarrollo de las ciencias

Comentando lo que decía un intelectual ecuatoriano hace algunas semanas, al referirse acerca de la importante gestión del Gobierno Nacional sobre el desarrollo sostenido de claras políticas de transformación de nuestra sociedad, afincadas en la construcción de una economía social, me pareció sumamente importante retomar esta temática, tomando en cuenta la enorme relación compleja, dialéctica que posee el desenvolvimiento de la ciencia, la tecnología y la innovación con respecto a los cambios que se producen no solo en la economía, sino también en las demás dimensiones humanas.

Históricamente el desarrollo de las ciencias viene aparejado en el tiempo con la presencia de pensadores medievales del Renacimiento, con la inclusión de la técnica convertida más tarde en tecnología y luego, según su enorme importancia, en la tecnociencia. Este crecimiento fue uno de los productos y a la vez elemento origen del proceso de conformación del sistema capitalista, pero también y mucho más tarde intervino como una política central en los Estados socialistas del siglo XX.

El proceso de la ciencia debe ser estudiado históricamente, tal como lo hizo, entre otros,  el norteamericano Thomas Khun. El pensar sobre las ciencias llevó a establecer posiciones diversas y antagónicas. Muchos científicos, desde una orilla, adujeron que las ciencias eran autónomas, por lo tanto sus avances eran netamente intrínsecos a ellas. Otros, en cambio, desde otra orilla de comprensión de la realidad interpretaron que las ciencias avanzan y se transforman como una respuesta a las fuerzas económicas y sociales del contexto. En medio de este debate el filósofo francés Michel Foucault, en su momento, dijo que ni la una ni lo otra por sí solas eran ciertas, sino que se articulan entre sí.

A cada una de estas posiciones de pensamiento acerca del origen y desarrollo de las ciencias llegó a denominar, respectivamente, como Extrapolación Epistemológica Reduccionista y Extrapolación Genética Reduccionista.

Retomando la idea inicial para el caso ecuatoriano y en general para el espacio latinoamericano y caribeño, deben ser considerados profundamente cómo fueron establecidos los impactos de la división internacional del trabajo y el monopolio ejercido por las instituciones del autollamado primer mundo sobre la ciencia y la tecnología.

A nuestros pueblos y Estados nos condujeron, como un destino o vocación forzada, a ser productores de materia prima, de bienes sin o con bajo valor agregado. Y todo ello con la complacencia de la oligarquía nacional. Las fracciones de la clase alta, comerciantes, hacendados y terratenientes, banqueros, no les importó la inversión y el desarrollo de la ciencia, puesto que prefirieron siempre vender sus productos agropecuarios de exportación e importar productos manufacturados. El Estado y sus instituciones fundamentales fueron manejados por estas fracciones de clases y sus subalternos.

En síntesis, y ahora que existe, en buena hora para la patria la voluntad política y económica de transformar el país, tomando como un pilar fundamental el desarrollo de una sociedad democrática del conocimiento científico y de los saberes, es necesario poner atención y consideración a los intereses, los discursos y las prácticas de las diversas clases sociales y las comunidades, las percepciones sobre la propiedad intelectual, los cambios en la educación superior y otros aspectos inherentes a las acciones que en este campo viene desplegando el Gobierno y que se expresan en normas e inversiones altas en la cristalización de una nueva sociedad cuya meta histórica es el Buen Vivir. (O)