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El Telégrafo
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Situación laboral de trans es marcada por falta de oportunidades

Situación laboral de trans es marcada por falta de oportunidades
15 de enero de 2014 - 00:00

Ha pasado una década desde que la situación laboral de Bárbara Victoria Coloma Conrado (Edward) cambió. En ese entonces recibió una carta de agradecimiento por su trabajo en la maternidad del Guasmo Sur. La razón de su despido: ser transexual.

Recordó que en 1998, cuatro años después de haber ingresado al hospital, cambió su pelo engominado y uniforme con pantalones sueltos por un cabello largo agarrado en un moño y unos pantalones más ajustados. Así lució hasta abril de 2003, fecha en la que fue despedida por orden de la nueva directiva, según indicó.

Para esa época Ricardo (nombre protegido), quien es transexual masculino, fue separado de su puesto en una empresa de limpieza. Eso ocurrió cuando entregó su historial al médico de la empresa, donde se detalla su proceso de alteración hormonal y avances para ser hombre. “Aunque existía un juramento de confiabilidad, creo que una de las enfermeras o incluso el doctor dieron a conocer mi caso y luego me echaron”, comentó.

A esos casos de despidos se sumó uno más reciente: el de Zully García (Juan Hernán), de 21 años, quien quedó desempleada de un momento a otro. Según dijo fue despedida por la cadena de cafeterías Sweet and Coffee, luego de acudir vestida de mujer a una fiesta de fin de año.

Zully narró que fue vestida así tras meses de vivir frustrada por no mostrar quién era: “Había decidido que este 2014 lo empezaría sin tener que ocultarme y mis compañeros me respaldaron. Hace 5 meses empecé a evidenciar mis cambios. Ahora tengo un 80% de mi cuerpo transformado. Hubo clientes que me confundieron con una mujer”.

Su caso está en proceso y ayer se preveía una reunión en la Inspectoría de Trabajo en Quito, entre ella y representantes de la empresa.

Según una encuesta del INEC, realizada a más de 2.805 personas de la población LGBTI, 800 de ellas eran transfemeninas y 35 transmasculinos visibles. Falta un estudio completo de cuántos tienen un empleo formal o están afiliados al IESS.

Trabajos informales

Ashley Jumbo, trans femenina, se graduó como licenciada en marketing hace un mes y medio, pero trabaja en un salón de belleza. Expresó que la falta de oportunidades la llevó a buscar este tipo de puestos, a pesar de su formación superior.

Para Billy Navarrete, del Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos, la población transexual es una comunidad emergente que estaba invisibilizada en materia de derechos, hoy sus miembros son ciudadanos activos. “Esta exigencia de derechos laborales tiene que ser asumida de la mejor forma. Quienes reclaman actos discriminatorios lo hacen a sabiendas de que antes no había quién los atendiera. Ahora hay un clima favorable para los reclamos”.

Según Navarrete, con la movilización de los colectivos, es posible cambiar la percepción cultural de que las transexuales están destinadas a trabajar en salones de belleza, y podrían desempeñar otros cargos.

Ricardo, trans masculino, aseguró que, desde su despido, ha trabajado eventualmente como mesero o gasfitero. “No tenemos estabilidad y lo que recibimos es maltrato psicológico por nuestras preferencias. Raro es el caso de trans con todos los beneficios”, agregó.

Según Bárbara, cuando acuden a una entrevista de trabajo, ven sus nombres y luego el físico. “Nos tachan de fenómenos”.

Diane Rodríguez, de la Asociación Silueta X, quien también perdió su trabajo por ser transexual, indicó que la comunidad trans vive lo que los afrodescendientes pasaron al ser discriminados. “Es igual. Somos lo peor para una parte de la sociedad”.

Según Rodríguez, tanto Zully como su compañera Brianna (también despedida de la empresa) se han enfrentado a la discriminación.

“Saben que el camino que han iniciado es el más complicado, pero lo viven con la convicción de crear un precedente”, dijo Rodríguez.

Parte de la comunidad trans entrevistada opinó que una alternativa para mejorar la situación laboral es que exista un cupo en las empresas, tanto públicas como privadas, para que empleen a transexuales.

Mientras que Navarrete manifestó que también es necesario promover buenas prácticas entre las empresas. “La comunidad podría premiar a quienes empleen a personas GLBTI, sin tener que llegar a un ánimo sancionador, porque no se trata de una obligación, sino de valorarlas por su trabajo”, concluyó.

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