En la Sierra se mantiene viva la cestería
En su vivienda ubicada en San José de Barabón, María Angelita Morocho, de 60 años, teje día a día con la fibra de duda. Este oficio artesanal, que heredó de sus padres, ha sido su sustento y lo ha legado también a sus hijos.
Sentada sobre una estera y cubiertas las piernas con dos polleras para abrigarse, toma la duda y empieza a entrelazar las hebras que finalmente darán forma a una canasta.
“Ahora tejemos con la duda, antes utilizábamos el suro que venía de Portete, lo traen muy poco”, asegura María, quien aprendió este oficio a los 12 años.
Para María Angelita, tejer requiere de práctica y dedicación. Con sus manos y un cuchillo como únicas herramientas, ella corta los canutos de duda que adquiere a un comerciante que los trae desde Molleturo.
“Pagamos $ 13 la mula, vienen unos 55 canutos”. Las cargas o mulas que llegan verdes, se las pone a secar dos o tres días al sol, dependiendo del clima. (I)