“Si tuviera un título de doctor, podría tener un mejor trabajo”

En los postes de la zona centro-norte de Quito se visualizan anuncios que atraen miradas: “Se necesitan jóvenes de entre 17 y 24 años para entregar hojas volantes”; “Buscamos bachilleres para sacar fotocopias”; “Jóvenes para atención en almacén de ropa”. Para quienes no pueden ingresar a la universidad, estas son ofertas tentadoras.

Rodrigo Molina tiene 20 años. Hace 2 se graduó del colegio, pero hasta ahora no ha podido cumplir el sueño de asistir a la universidad. El quisiera ser médico, pero es consciente de que por lo pronto no podrá, pues su prioridad es ahorrar dinero y pagar las cuentas médicas de su madre, quien tiene artritis severa.

Rodrigo trabaja en un pequeño  supermercado empacando las compras de los clientes y llevándolas hasta el auto. Gana un sueldo básico más las propinas, pero de toda la ganancia solo puede ahorrar $ 10 al mes para sus estudios, pues también debe hacerse cargo de todos los gastos de casa. “Desde los 15 que trabajo, también estudié porque mi mami en ese tiempo trabajaba como mesera en un restaurante”, recuerda el joven mientras camina bajo la lluvia en dirección a su trabajo.

“Hay más oportunidades para la gente que estudia. Si consigo un título de doctor podría tener un mejor trabajo y ganar más, pero esa carrera dura como 8 años y con los horarios que tiene la Central no podría trabajar. ¿En ese tiempo, quién mantiene a mi mami? Ella ya no puede pararse por el dolor de huesos”, dice Rodrigo.

Un estudio de laOrganización Internacional del Trabajo (OIT) aplicado en 28 países en el período 2012-2013 asegura que poseer un nivel de educación más alto es una garantía para obtener un empleo formal.

Un dato alarmante del informe indica que la falta de educación postsecundaria en las economías de ingresos bajos y medios, deja a la mayoría de jóvenes atrapados en empleos vulnerables e informales.

El informe además señala que 8 de cada 10 jóvenes (83%) con estudios universitarios tenían un empleo no vulnerable en los 27 países analizados que perciben ingresos medios. La garantía fue menor en los países de bajos ingresos.

“Seguir empujando a los jóvenes con un nivel de estudios bajo, poco cualificados en el mercado laboral, es una situación que no beneficia a nadie, ni a los jóvenes que siguen destinados a vivir una ‘existencia precaria’ basada en el empleo vulnerable, ni a la economía que obtiene pocas ganancias en términos del incremento de su potencial de productividad”,  advirtió Theo Sparreboom, autor del informe.

Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) y del Banco Central de Ecuador, hasta el primer semestre de 2014 la tasa de desempleo de jóvenes entre 15 y 28 años fue del 12,2%. De esta cifra, el 45% estaba subempleado.

Guayas, Manabí y Pichincha registran cifras más elevadas de  desempleo juvenil.

La abogada Tatiana Torres explica que  la Constitución, el Código del Trabajo y el Código de la Niñez y la Adolescencia, estipulan que los jóvenes entre los 16 y 18 años tienen los mismos beneficios de contratación que los adultos como décimo tercer y cuarto sueldo, vacaciones, afiliación al IESS y como beneficio especial una jornada de labores que no puede exceder de 6 horas diarias en 5 días a la semana.

“Existen muchos casos de explotación laboral, sobre todo, en el área de la construcción, florícola y agrícola. Los empleadores contratan adolescentes con el objeto de cancelar salarios inferiores al básico unificado y no reconocer los beneficios legales, manteniéndoles en el anonimato”, advierte la experta.

Las sanciones a la explotación laboral fijan multa de 3 a 20 salarios básicos unificados (Mandato Constituyente N°8), mientras que el Código de la Niñez y Adolescencia entre los $ 200 y $ 1.000, y la clausura del centro si hay reincidencia en la contratación de jóvenes y la explotación laboral.