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Ecuador, 08 de Febrero de 2025
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Sayani pone de pie a personas con discapacidad

El joven fue invitado en 2017 al programa Café TV de los Medios Públicos y desde allí la demanda de sus productos no ha cesado. Abrirá un local en Lima.
El joven fue invitado en 2017 al programa Café TV de los Medios Públicos y desde allí la demanda de sus productos no ha cesado. Abrirá un local en Lima.
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A la edad de 6 años, William Endara Andagua empezó a fabricar sus propios juguetes: carros y robots de madera, con la ayuda de sus cinco hermanos. 

La situación económica en su familia no era la mejor; no podían aspirar a un juguete comprado en algún almacén de Latacunga, su ciudad natal, menos cuando su padre se quedó sin empleo. 

Después de haber entregado 30 años de su vida a una empresa privada, el progenitor de William quedó desempleado y eso lo sumió en la depresión, lo que lo condujo al alcoholismo. Su mamá, en cambio, cortaba hierba.

“Todas las necesidades que hemos sufrido nosotros nos llevó a despertar las innovaciones que tenemos”, dice William, quien desde hace cinco años trabaja en el proyecto Sayani, palabra kichwa que significa: Yo me mantengo en pie.

El joven, de 30 años, se dedica ahora a la fabricación de sillas de ruedas estándar, bipedestadoras para niños y adultos (con paraplejia), andadores, arneses, simuladores de marcha, sillas deportivas para mejorar la calidad de vida de las personas con discapacidad.

William se graduó como bachiller en el colegio Ramón Barba Naranjo, en la especialidad de electrónica.

“No tiene nada que ver con las sillas de ruedas”, destaca.

Sin embargo, durante siete años, desde que salió del colegio (a los 17), tuvo varios trabajos que no solo ayudaron en la economía de su hogar sino en el aprendizaje y formación de una profesión que tiene también un fin social.

 Una vez convertido en bachiller, William laboró en fábricas, industrias, construcciones, “nunca me he estancado sin trabajo y siempre estuve aprendiendo”.

Plataformas digitales como YouTube también fueron una herramienta para capacitarse. “Ahí aprendí qué es soldar y la mayoría de cosas que sé. Todo lo que aprendí en las industrias estoy aplicándolo ahora”.

Endara se considera un desertor universitario pues llegó hasta el noveno semestre de Ingeniería Electromecánica y decidió interrumpir sus estudios por falta de tiempo. “O continuaba en la universidad y sacaba la ingeniería o dejaba que mi empresa se vaya a la quiebra”.

Pero ¿qué motivó a William a fabricar sillas de ruedas? Cuenta que un día en que salió a laborar en la reparación de antenas de telecomunicación, en un tramo de la vía Tena-Latacunga, al bus en el que viajaba se subió una persona con discapacidad.

Era un hombre de cerca de 40 años, al que ayudó a abordar el micro, quien le dijo: “Qué no daría yo por volver a pararme y lavar los trastes”.

Esas palabras, sin duda, tocaron la parte más sensible de William, quien empezó desde entonces a trabajar en 10 prototipos de ayudas técnicas para este grupo.

Este fue el inicio de Sayani. “(El primer prototipo) era como una especie de piernas empotradas al piso que solo servían para pararse en un punto”.

Con el paso de los días la propuesta mejoró hasta convertirse en una silla bipedestadora (o verticalizable) que ayuda a la persona con paraplejia a colocar su cuerpo de forma vertical.

El costo de una silla de este tipo en el mercado, según Endara, está entre $ 6.000 y $ 12.000.

Las que él fabrica y que son personalizadas las vende en $ 1.200.

“He pasado estudiando a las personas con discapacidad por cinco años y el principal problema que tienen es la accesibilidad y el incumplimiento de las leyes. La mayoría sufre las consecuencias del transporte en su vida cotidiana”.

Sobre la silla bipedestadora, la cual la empezó a fabricar hace año y medio, menciona que cumple con los más altos estándares para la rehabilitación,porque es un producto que pone en la posición correcta a la persona”.

Manipulación de la silla
Endara explica que si la persona que solicita el producto tiene paraplejia puede manipularla sola y pararse en la silla. “Se sientan y se desplazan al lugar que necesitan pararse”.

El fabricante menciona que solo las personas con paraplejia pueden desplazarse ellos mismos en la silla sin ayuda, no así los que sufren de cuadriplejia o tetraplejia (parálisis total o parcial de brazos y piernas).

La silla -indica- es más utilizada para rehabilitación porque al momento de ponerse de pie la fisiología del cuerpo cambia.

“Al pararse (en la silla bipedestadora) el intestino vuelve a su posición original, los pulmones dejan de estar comprimidos y esto previene las escaras”.

Donación
Endara recuerda que le hizo una silla al actual ministro de Vivienda, Xavier Torres, y que con las ganancias que obtuvo fabricó una docena de arneses para niños con parálisis cerebral infantil, cuyos padres no podían pagar el costo de estos implementos.

Cada día, más personas de este grupo vulnerable buscan contactarse con Endara para pedirle una silla o alguno de sus productos, incluso realiza, de vez en cuando, trabajos en vehículos que utilizan  personas con discapacidad.

Menciona que desde que empezó con su proyecto tocó las puertas de instituciones públicas y privadas,  de centros de rehabilitación y fundaciones, pero no obtenía una respuesta favorable en cuanto a su oferta de fabricar sillas de ruedas.

Sin embargo, en diciembre de 2017 recibió una llamada de Wilson Reinoso, periodista de contenidos inclusivos de Ecuador TV, quien lo invitó al programa Café TV.

De ahí en adelante “fue un boom. Desde esa fecha no hemos parado de construir sillas de ruedas. La mayoría de personas con discapacidad conoció nuestros productos a escala nacional”.

Revela que sus padres no creían en el proyecto, pues este no le generaba ninguna ganancia y le aconsejaban que retomara su trabajo anterior. Ahora, ellos se sienten orgullosos al ver que su hijo, a más de tener éxito con este emprendimiento, ayuda a cada persona que lo busca.

En los cinco años de Sayani, William ha conocido cientos de historias de personas con discapacidad y son estas las que le dan el impulso para seguir. “Todos ellos son mi inspiración”.

El joven trabaja en dos galpones ubicados en la avenida Luiggi Ripalda y San Pablo, en el barrio Ashpacruz de Latacunga.

De dos personas que comenzaron en el proyecto ahora hay cinco y un fisioterapeuta que chequea el estado de los pacientes y recomienda qué tipo de ayuda técnica necesitan.

La demanda de estos implementos se ha incrementado al punto que, a mediano plazo, Endara piensa abrir un local en Lima.

De Bolivia, Argentina e Inglaterra también han requerido de su trabajo. (I) 

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