Un safari nocturno atrae a los visitantes durante las vacaciones escolares
Las vacaciones en las regiones Sierra y Amazonía se iniciaron. Una de las alternativas para quienes buscan actividades dentro del Distrito Metropolitano de Quito (DMQ) es acampar y pernoctar en el Zoológico de Guayllabamba.
El centro de manejo de fauna silvestre ofrece un safari nocturno para que los visitantes tengan un contacto más íntimo con los animales y la naturaleza.
Son las 17:00 del jueves. Hasta el parqueadero del zoo llegan vehículos familiares.
Los niños y adolescentes se bajan de ellos e ingresan al zoológico. Mientras realizan un pequeño recorrido por los senderos cercanos a la entrada, Martín Bustamante, director del lugar en la capital, informa a los visitantes que todos los animales que habitan en ese espacio son rescatados y que ya no pueden volver a su hábitat natural.
La primera parada del safari es un área en la que viven 12 tortugas gigantes de Galápagos. Ahí, los asistentes pueden bañar a estos quelonios. Lo hacen con agua y una solución preparada por los guías. La idea es limpiar su caparazón.
“Durante el verano, las tortugas necesitan refrescarse con agua, al menos dos veces por semana”, explica Max Araujo, del Proyecto de Conservación del Zoológico de Quito.
Antes de que la luz del sol deje de alumbrar los senderos del centro de manejo de fauna silvestre, los visitantes caminan hasta una especie de coliseo abierto. Se sientan en el graderío de madera y desde una esquina un gavilán alicastaño vuela sobre sus cabezas y se posa sobre un poste de madera.
Geovanna Sánchez, zoocuidadora e integrante del proyecto de rehabilitación de aves, usa un guante grueso de cuero. Sobre ese accesorio se posa el ave. Ella le acaricia el pecho y cuenta que cuando el animal arribó al zoo tenía el pico y parte de una ala cortados. Por esa razón es imposible que vuelva a su hábitat natural.
En Guayllabamba viven siete aves rapaces rescatadas. Estos animales habitan en valles y en los páramos de 3.500 metros de altura. Tres de ellos son entrenados para ejecutar vuelos de exhibición.
“Toño”, un águila pechinegra, se roba el show. La imponente ave realiza recorridos por un extenso bosque que cerca parte del zoológico.
Por momentos se pierde entre la vegetación, pero cuando escucha el llamado de su guía vuela hasta su mano.
Toño es un águila pechinegra que es parte del programa de conservación de aves rapaces. El animal fue entrenado para realizar vuelos de exhibición.
La luz de unas antorchas sirven como señalética para los asistentes -entre ellos la familia Cando-, quienes caminan hasta el aviario de inmersión.
Para ingresar, Johnny Zambrano, zoocuidador, pide que cierren sus ojos y se coloquen en fila. Con voz baja manifiesta que todos deben apagar todo tipo de luz (linternas y celulares).
Una vez dentro, el grupo abre los ojos y sobre sus cabezas vuelan cinco lechuzas que habitan en dicho espacio. “Qué grandes son sus ojos, y su cabeza tiene una movilidad de 360°”, dice Luis Cando, un padre de familia que tuvo la intención de sacar su cámara y hacer varias fotografías.
Al salir de esa área hay un mostrador amplio. Detrás del vidrio está “Loli”, la única olinguita que habita en Guayllabamba. Ella fue criada en cautiverio y, en el mundo, es el último carnívoro descubierto que vive en los bosques nublados de Ecuador.
El recorrido sigue y es el turno de mirar la actividad de los grandes felinos. A las 20:00 los leones, los jaguares y los pumas que habitan en el zoo se pasean por sus amplios encierros.
Algunos, como los jaguares, realizan grandes saltos y juegan entre ellos. Como parte de las actividades del zoo, los asistentes al safari participan de un enriquecimiento ambiental, un método que busca que los animales no pierdan sus instintos naturales (buscar su comida).
La familia Cando corta la carne de los grandes felinos y la coloca en piñatas de cartón. De esa forma los animales rompen los empaques y se alimentan.
La última visita es al sendero encantado en donde habitan varios reptiles. (I)
Los leones son uno de los atractivos del safari. Durante la noche, estos tienen mayor actividad. Se los puede ver jugando y trepando los árboles.
El recorrido
Por el zoológico
Tiene una duración de cuatro horas e incluye la observación de búhos, perezosos, cusumbos... También hay un paseo por el sendero encantado y el bosque seco. Los asistentes participan de una fogata y escuchan relatos de mitos y leyendas.
35 dólares es el valor de la entrada por persona al safari nocturno. El valor incluye desayuno y cena.
¿Qué llevar?
Una bolsa de dormir, carpa, ropa abrigada e impermeable, zapatos cómodos, repelente y una linterna. (I)