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Rusia, un país difícil para ser gay

Rusia, un país difícil para ser gay
01 de octubre de 2013 - 00:00

Polonia, Varsovia.- “En Rusia es más fácil ser neonazi que ser homosexual”, denuncia Inessa Sajno, abogada de la organización de derechos humanos rusa Memorial. En el país solo se goza de verdadera libertad “si eres varón, de etnia rusa, ortodoxo y estás de acuerdo con la política” del Kremlin, sostiene.

Sajno participa estos días en las conferencias organizadas en Varsovia por la Oficina de la OSCE para las Instituciones Democráticas y Derechos Humanos (OIDDH). Según la activista, en Rusia la forma de vida de los homosexuales suele exponerse como una degradación social importada desde Occidente.

El Gobierno ruso aprobó recientemente una polémica ley, criticada por la comunidad internacional, que penaliza a quien distribuya información destinada a “persuadir” a los menores de que las relaciones “no tradicionales” son normales o atractivas, aunque la norma no define lo que se considera como información o distribución.

El Kremlin asegura que la ley pretende proteger a los menores, pero en la práctica, lamenta Sajno, es una medida homófoba que dificultará   más la existencia de los homosexuales rusos.

Es una ley que hace posible, al menos en teoría, que cualquiera que use una bandera con los colores del arcoíris en la calle o escriba sobre relaciones homosexuales en redes sociales, por ejemplo, pueda ser acusado de “hacer propaganda”. “Hay personas que han perdido su trabajo por ser homosexuales  y la presión es especialmente intensa en el sector educativo”, explica la  abogada.

Con estas medidas, afirma Sajno, el régimen de Vladimir Putin “ha exaltado a la población, ha encendido a la gente y ha generado odio”. “Antes la mayoría de los ciudadanos eran indiferentes ante la homosexualidad, pero ahora homosexuales y emigrantes (especialmente del Cáucaso y de Asia Central) se han convertido en los nuevos enemigos de Rusia”.

La iglesia Ortodoxa, con gran influencia en la sociedad, denuncia regularmente las orientaciones no heterosexuales, a las que abiertamente califica de perversiones o enfermedades.

Han llegado a defender públicamente a un neonazi que agredió a un homosexual, recuerda Sajno, que asegura que en su país los neonazis son mejor tratados por la Policía que los homosexuales.

Además de la iglesia Ortodoxa, “en Rusia existen tres grupos que son abiertamente antihomosexuales: algunos miembros del Ejército, los neonazis y los cosacos, que se han erigido en defensores de los considerados valores tradicionales en Rusia”.

Según dice, estos se benefician de la falta de una verdadera legislación antidiscriminación en ese país.

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