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Ricardo Gómez impuso las donas con diversos estilos
Tan solo con mirarlas y percibir su dulce aroma dan ganas de probarlas. Sus sabores varían según sus colores, hay unas recubiertas de mora con pedacitos de oreo.
También rellenas con crema de chocolate y cubiertas de coco rallado. Otras con mantequilla de maní.
Toda esta variedad se puede ver desde afuera, a través de las ventanas transparentes de ese pequeño local esquinero justo en la avenida Río Vinces, en la ciudadela Entre Ríos. Ese lugar cuyo atractivo, a más del dulce, es un pequeño equipo de música antiguo en el que se escucha discos de vinil de los noventa.
Se trata de Gomitas Doughnuts, un negocio de donas artesanales en Guayaquil.
Su creador es Ricardo Gómez, un guayaquileño de 31 años a quien desde pequeño apodaban “Gomita”. Él es propietario del local. También fue el vocalista de dos bandas en Guayaquil, Cactus Gamarra y The Stone Heads. Este joven emprendedor asegura que es una persona hiperactiva y que le gusta hacer varias cosas a la vez. Cuenta que todo comenzó a los 14 años, cuando buscaba tener independencia y poder cubrirse sus gastos. Tuvo la idea de hacer alfajores y venderlos en su colegio. Tuvieron gran acogida. La idea del negocio de la donas empezó hace 4 años, cuando decidió dejar la música y optó por estudiar pastelería.
Para él las recetas que se utilizan para hacer las donas aquí, son muy simples. Por ello tomó la decisión de crear su propia masa.
Asegura que las primeras pruebas para dar con la masa adecuada no le salían tan bien. “A veces la mezcla se quemaba o resultaba muy dura”. Hasta que luego de un año lo consiguió y creó su propio emprendimiento de dulce: Gomita Doughnuts, un sitio donde la especialidad es la doughnuts elaborada sin químicos y de manera artesanal. “Jamás pensé que para hacer donas se necesita tanto estudio y dedicación, hasta que logré conseguir el toque ideal”, recuerda Ricardo, quien antes había estudiado cine y televisión en Argentina.
La inspiración para crear estas donas le vino de su amor por el arte y la música. Empezó con tres tipos: glaseadas, de chocolate y de manjar. Las vendía a sus amigos y logró que sus productos se comercializaran en el bar del colegio Espíritu Santo. Después las vendía sobre una charola afuera de la universidad Casa Grande y entregaba por pedidos. En el 2014, decidió ir a Montañita y dar a conocer su producto y eso fue un éxito en las ventas. “Me llamaban de todos lados para que les distribuya” (I)