Residentes de Beijing vivieron dos días de emergencia por la calidad del aire
La capital china, Beijing, presentaba un inhabitual escenario: tráfico libre, escuelas cerradas, padres inquietos por sus hijos y numerosas mascarillas respiratorias.
Ante un hospital pediátrico del este de la ciudad, Di Yiqing, una joven mamá, lleva en brazos a su hija, de 2 años y medio, ataviada con un gorro.
“Tiene fiebre hace algún tiempo. Seguramente se contagió al contacto con otros niños, pero el smog lo agrava todo, pues mi hija tiene una salud muy frágil”, expresó la mujer a un periodista de una agencia internacional.
La señora contó que no pudo comprar un purificador de aire para su casa, “ya que es muy caro”. Los más eficaces cuestan 1.000 yuanes (casi $ 150).
Lo que ocurre a la hija de esta mujer se repite en otros escenarios de Beijing, todo luego de que la ciudad fue declarada en emergencia roja ambiental dos días. Fue un episodio de smog donde la densidad de las partículas de 2,5 micros de diámetro (1 micro: 0,001 milímetro), particularmente peligrosas para la salud, alcanzó por la noche los 400 microgramos por metro cúbico.
“Esta alerta es una bienvenida señal de que hay una actitud diferente del Gobierno de Pekín”, dijo Dong Liansai, de la ONG Greenpeace, y de que las autoridades toman conciencia ante los problemas medioambientales.
Pero Di Yiqing no es la única afectada, en la capital china también viven residentes de otros países, incluyendo ecuatorianos. Es el caso de Rafael Valdez, un joven periodista, quien a diario publica en Facebook y en su blog personal lo difícil que es respirar en la ciudad más poblada del mundo.
“Mientras que en París, los líderes mundiales se reunían para hablar sobre cómo mitigar los daños ambientales sin que eso signifique renunciar al desarrollo, en Beijing, la capital de uno de los países que más contamina en el mundo, una neblina tóxica se agudizaba. ¿Este es el precio del desarrollo?, le pregunté a un amigo chino”, escribió Rafael en su blog.
El comunicador ecuatoriano asegura que no todos los días en Beijing son tan contaminados, como estas últimas 48 horas de diciembre.
“En verano hay muchos días de cielo azul, pero en invierno todo se complica porque encienden la calefacción que es alimentada con energía obtenida del carbón. Estamos a -10 grados, así que apagar la calefacción tampoco es opción”, cuenta el joven.
Solo para tener una idea estas partículas de polvo son tan pequeñas que pueden atravesar las barreras protectoras del sistema respiratorio humano hasta llegar a los pulmones y provocar enfermedades.
En China, la contaminación del aire provoca miles de fallecimientos prematuros cada año.
Es más físicos de la Universidad de California, en Berkeley, calcularon en agosto de este año que 4.000 personas en China morían a diario por la mala calidad del ambiente.
En aquel entonces, Robert Rohde, quien encabezó la investigación, dijo que 38% de la población china tiene un promedio de calidad del aire a largo plazo calificado de “insalubre”. El carbón es la principal fuente de contaminación.
¿Es posible cambiar el modelo de desarrollo chino? ¿Convertirlo quizás en un modelo más amigable con el ambiente y menos dependiente de los combustibles fósiles? “Eso significaría suspender las actividades de cientos de fábricas metalúrgicas y, por ende, frenar el desarrollo económico del país. Cuando a los chinos se les cuestiona esto responden: Meibanfa que significa ‘no hay modo, no queda de otra’”, contesta Rafael.
Si ese es el precio del desarrollo entonces los residentes en China aguantarán más años de contaminación del aire, hasta que un día el planeta supere su capacidad de resiliencia o de sanación natural. (I)