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Punto de vista

¿Quién es Alan Kurdi?

¿Quién es Alan Kurdi?
10 de septiembre de 2015 - 00:00

La semana pasada, la opinión pública mundial reaccionó, justificadamente, con indignación ante la publicación de las fotografías del niño sirio Alan Kurdi, de 3 años de edad, cuyo cuerpo sin vida fue encontrado en una playa turca.

Ante el impacto de las desoladoras imágenes se reavivaron las críticas de la sociedad civil y las organizaciones internacionales a la respuesta que la comunidad internacional, en particular la Unión Europea (UE), ha dado a la crisis humanitaria de migrantes y refugiados en el Mar Mediterráneo. El Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (Acnur) llamó a la UE acoger a 200.000 refugiados sirios y establecer cuotas obligatorias entres sus miembros para un reparto equitativo de la obligación de darles protección. Países como Alemania, Suecia y Austria respondieron favorablemente, permitiendo el ingreso masivo de miles de refugiados sirios. Mientras, otros países que mantienen políticas restrictivas -por decir lo menos- como Francia y Gran Bretaña -este último que hace poco cerró las fronteras en el Paso de Calais para evitar que más refugiados y migrantes crucen el Canal de la Mancha desde Francia- reaccionaron tibiamente y anunciaron que recibirán 24.000 y 15.000 refugiados, respectivamente, hasta fines de 2016.

Por su parte, Estados Unidos, cuyo rol en el origen de la crisis política y militar en Siria fue determinante, anunció que solamente recibirá 1.800 refugiados este año y 8.000 el próximo. Como dirían los mismos estadounidenses, esta respuesta a la crisis de refugiados sirios llega “una hora tarde y con un dólar de menos”. El número de refugiados y solicitantes de refugio sirios alcanza el estrepitoso número de 4 millones 88 mil personas, según informa el Acnur. De este número, casi 2’000.000 se encuentran en Turquía, 1,1 millón en Líbano, 629.000 en Jordania, 250.000 en Irak y 155.000 en Egipto y otros países del Norte de África. Es decir, más del 90% de los sirios forzados a buscar refugio reciben protección en los países de la región, los que, además de asumir esta responsabilidad humanitaria de inmensas proporciones y de grandes implicaciones sociales y fiscales, enfrentan a su vez la amenaza que el extremismo suní -al que se financió y permitió florecer en Siria- representa ahora para su seguridad nacional. En este contexto, los 350.000 refugiados y solicitantes de refugio que al momento se encuentran en Europa, que significan menos del 10% del total, aun cuando se incrementen a 500.000, como solicita el Acnur, siguen siendo un número comparativamente pequeño y por tanto no se ve un compromiso genuino para resolver la crisis que los mismos gobiernos europeos ayudaron a gestar, al financiar a islamitas radicales, con fines geopolíticos pocos claros.

Por otro lado, hay que tomar en cuenta que la crisis en Siria lleva generando refugiados y solicitantes de refugio desde 2011. Han sido cuatro largos años en los que miles de personas, como el pequeño Alan Kurdi, han perdido la vida tratando de esquivar las trabas institucionales, legales y físicas en su afán de cruzar el Mediterráneo para conseguir protección internacional. Es hora de que los países de la UE reconozcan su corresponsabilidad en la situación humanitaria en Siria, reformen sus políticas migratorias y de refugio, y acojan a aquellas personas que huyen del terror y la guerra. Y sobre todo, es hora de que Occidente reconozca su error en su participación en la desestabilización del Gobierno sirio y vuelque sus esfuerzos a derrotar al monstruo salafista que ayudó a crear. Mientras tanto, la imagen de Alan Kurdi y su cuerpecito sin vida golpeará incesante, como martillo, en la memoria. (O)

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