Proyecto Arca de Noé creará un inventario genético de especies

La lagartija ‘Enyalioides Rubrigularis’ presenta una piel que conjuga cuatro tonalidades: roja, amarilla, turquesa y verde. Tiene la capacidad de cambiar de color y posee menos de 32 escamas dorsales. Los machos suelen ser más grandes que las hembras. Esta especie, ubicada en 2010  en la cuenca alta del río Zamora, fue una de las primeras descubiertas por el proyecto Arca de Noé.  

La iniciativa, liderada por  la Secretaría de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación (Senescyt) y el Ministerio de Ambiente, mostró sus más recientes resultados: se descubrieron 35 nuevas especies, entre las que figura 1 culebra, 1 planta, 26 ranas y 7 lagartijas, entre ellas la ‘Enyalioides Rubrigularis’.

El Arca de Noé ecuatoriana funciona desde 2008 e involucra a investigadores de la Universidad Católica del Ecuador (PUCE) y la Escuela Politécnica Nacional (EPN).  

Los científicos identificaron 10 áreas con mayor biodiversidad en el país como el Parque Nacional Sangay, Podocarpus, Yasuní, la reserva ecológica  Cotacachi-Cayapas y la Cordillera del Cutucú.   

De acuerdo con los investigadores no hay que descartar la riqueza natural de la provincia de Azuay. Por ejemplo,  la cuenca del Río León (Valle de Oña)  es uno de los sitios menos investigados y donde  pueden hallarse especies nuevas y endémicas.

La intención del proyecto, según la Senescyt, es generar un sistema centralizado a manera de inventario genético de las especies, puesto que el primer paso para preservar la biodiversidad es conocerla. 

¿Cómo se realiza el estudio?

El proyecto Arca de Noé analizó  6.476 secuencias de ADN para comprobar que se trataba de una especie nunca antes vista. El 42% de estas secuencias pertenecía a reptiles, 7% a mamíferos, 42% a anfibios, 4% a hongos y 5% a plantas. 

Omar Torres, investigador de la PUCE, explica que los procesos de reconocimiento en laboratorio pueden durar entre una  semana y  un mes. Reconoce que lejos del protocolo hubo casos en que los  investigadores al ver una nueva especie se maravillaron por su peculiaridad y afirmaron que esa especie no había sido reconocida antes por estudios científicos.  

Este fue el caso de la lagartija ‘Enyalioides Rubrigularis’. 

Para Torres, otro tipo de lagartija que tiene una característica especial es la ‘Phyllodactylus Leoni’. Según el científico, esta especie es la más parecida a las salamanquesas de las islas Galápagos.
 
“En un estudio que estamos por publicar demostramos que unos de los parientes más cercanos de las lagartijas de las islas es esta especie, que ha habitado en el   valle interandino de Oña”, explica.

Entre los descubrimientos solo se encuentra una planta. Fue hallada en la zona del Yasuní, de allí deriva su nombre común. La denominación científica de esta leguminosa, con hojas medianas y una especie de flor amarilla es ‘Swartzia Yasuniensis’. 

Santiago Rhon, otro investigador involucrado, expresa que una de las especies de anfibios más llamativas  es la ‘Hypsiboas Tetete’. Se trata de una rana  encontrada en la Amazonía ecuatoriana y su nombre fue dado en honor al  pueblo Tetete, que desapareció  varios años atrás.

Con la desaparición de este pueblo se pensó que la especie también se había extinguido, pero la sorpresa para los investigadores es que la especie endémica aún vive. 

Arca de Noé contó con una inversión de $2 millones en la primera fase. En la segunda edición se invertirán $11 millones y se procederá a analizar mamíferos, aves e insectos de 10 áreas protegidas como los parques nacionales Sangay y Llanganates. En total se destinarán 13 millones de dolares para el inventario de las nuevas especies. 

René Ramírez, titular del Senescyt, expresa que se trabajará en la construcción del instituto de la biodiversidad. “No buscamos articular islas sino construir un sistema de investigación y que todos los investigadores que estén interesados se articulen”, agrega Ramírez.