Los problemas ambientales son globales y las soluciones locales
Las sociedades contemporáneas están llamadas a buscar alternativas para mitigar el impacto del cambio climático y adaptarse a este, de lo contrario la especie humana va camino a su extinción.
La Dra. Mercy Borbor, profesora investigadora de la Facultad de Ingeniería Marítima de la Escuela Superior Politécnica del Litoral, expuso a este Diario sus consideraciones sobre qué podemos hacer y cómo desde este país ser resilientes, ante las consecuencias del calentamiento global y su impacto sobre el planeta Tierra.
¿Puede aseverar que en Ecuador estamos viviendo el cambio climático, más allá del deshielo en los glaciares?
Estoy convencida que sí porque tenemos las evidencias en datos científicos. Este año hicimos el Simposio de Cambio Climático. Soy parte de la Red de Cambio Climático en Ecuador, en Santa Elena. Todos los investigadores, que son glaciólogos, hidrólogos, químicos, agrícolas, pusieron datos sobre temas de variabilidad climática con eventos extremos y el retroceso en nuestros glaciares. Tenemos una larga data de 30 años que nos permite hablar de ello.
A nivel internacional, la data es abundante, de todo tipo y todo lo que es ya seguro que ocurrirá. Lo que mucho de nosotros ya aceptamos es que hay efectos que no son naturales, sino que vienen por los efectos antropogénicos, es decir, de la acción humana.
¿Existe un movimiento nacionalista importante para cambiar patrones de conductas ambientalistas negativas?
Hay una preocupación y un interés de los jóvenes por querer participar. Esto ha venido desde las campañas globales de sensibilización sobre el plástico, que hizo explosión y la gente quedó consciente de este tema. Las prácticas en términos de usar menos plásticos no son tan potentes, pero todavía los grupos que no reaccionan son los privados. Hay alguno que otro, pero no en la medida que pudieran.
Galápagos fue declarado libre de neumáticos. ¿Cuál se supone es el siguiente paso para evitar que se repita esta situación?
Sacar los neumáticos de los cementerios es importante porque ello trae muchos problemas con el tema de los vectores, ya que son reservorios de mosquitos causantes del dengue.
Esta acción fue posible por alianzas estratégicas para que las llantas sean recicladas, pero cuando se termina ese proceso hay que generar un sistema para que quien vende los productos derivados de los neumáticos sean quienes los recuperen, como parte de un ciclo cerrado.
Como ello no existe ahora, corresponde al Municipio generar mecanismos de trabajo con empresas. Ahí viene el tema de los incentivos, con el Código de la Producción, para que se generen estos “negocios verdes” e impulsen la economía más pequeña.
El Ministerio de Ambiente (MAE) está empezando a hablar de la economía circular y esto justamente es aprovechar los recursos al máximo para que se generen menos desechos. Es un tema que debe transferirse otra vez a la parte productiva de las empresas con incentivos económicos y pequeños préstamos para que la gente pueda trabajar y realmente hacer una labor de recuperación de materiales para el reciclaje.
¿Qué prácticas ambientalistas usted replicaría en el país?
El trabajo de las asociaciones de cangrejeros y comuneros en el Río Guayas. Están haciendo un trabajo silencioso. El MAE les ha permitido laborar en la conservación de los manglares, porque de ahí sacan su medio de vida que son los cangrejos y las conchas. Ellos cuidan que no se tale o degrade el manglar. Ese es un delito penado. Cada hectárea de tala del manglar cuesta alrededor de $ 92.000 de multa.
Faltan incentivos sociales para que ellos tengan mejores niveles de vida ya que viven en niveles de pobreza bastante altos, por lo tanto, la política debería ser consecuente para ver cómo compensar sus esfuerzos por cuidar los manglares.
¿Están siendo tomados en cuenta en las políticas ambientalistas los estudios de la Academia en Ecuador?
Hay una brecha entre lo que se hace en investigación y la toma de decisiones en políticas locales, nacionales e internacionales. Esto ocurre un poco por los tiempos que son diferentes para cada grupo. Los investigadores se toman más tiempo en sacar sus conclusiones; los tomadores de decisiones tienen que hacerlo ya, con o sin información, o con la mejor información que tienen y lanzarse a ello.
Hay que trabajar para que los Municipios empiecen a introducir los requerimientos ante el cambio climático que son la parte de adaptación, para poder enfrentar los eventos extremos y la parte de mitigación, que tiene que ver en cómo reducir las emisiones del transporte y de la industria, la basura, etcétera.
Por otro lado, las alianzas entre gobiernos locales y nacionales con los temas de universidades y academias se han dejado de lado. Hay que tomar en cuenta que los países que se han desarrollado lo han hecho gracias a la investigación y a las alianzas con los centros que tienen gran nivel de expertiz.
¿Qué opinión le merece que se realicen Cumbres del Clima y foros sobre medio ambiente y luego los países desarrollados no cumplen sus compromisos?
Es un tema de justicia global. Lastimosamente el poder se mantiene y los países no quieren cambiar sus normas para reducir la parte tanto de contaminación como el uso energético alto. La presión social a nivel global ayuda, pero no es suficiente.
Parte de mi trabajo es revisar mucho lo que está pasando a nivel de ciudades en términos de sostenibilidad. Son cientos de urbes que hacen acciones por iniciativa propia independientemente de sus gobiernos. EE.UU., por ejemplo, no es signatario de nada, sin embargo, sus ciudades están tomando medidas bien fuertes en términos de reducción y de calidad de las emisiones al ambiente.
Los líderes locales y regionales son claves. Hay que mirar esos ejemplos que tenemos en todos lados, en Colombia, en Ecuador mismo. Miremos a nuestras ciudades, Loja, Cuenca, Quito, aunque con debilidades incluso, aportan. Hay cosas que tenemos que ir resaltando en los medios de comunicación para ir cambiando porque estos problemas son globales, pero las soluciones son definitivamente locales.
Recientemente asistimos a una corriente de ataques en redes contra la activista Greta Thunberg. ¿Qué opina usted?
Eso va a pasar con cualquier líder que aparezca y especialmente cuando son diferentes, cuando vienen con ambiciones diferentes. No digo que ella pueda ser el ícono de lo que va adelante, pero tiene un mensaje. ¿Ha escuchado la gente su mensaje? Seguro que hay millones que no lo han escuchado. Entonces, ¿vale la pena?: Sí.
De pronto no es el estilo que está acorde, o es un tema de comunicación, pero ciertamente tuvo efecto positivo en la reacción global.
Me parece que ella dio a conocer su posición. Eso es lo que ella quiso decir y estamos en medios libres para poder expresarlo. Movió millones y eso me parece que es un tema que crea, sensibiliza y conciencia a la gente y eso es importante, si queremos vivir en un mundo mejor con mayor equidad y con respeto a la naturaleza y a los seres humanos que lo habitan.
¿Qué país y qué planeta debemos legarle a las nuevas generaciones?
Es un tema de formación desde la escuela, el colegio y la universidad sobre la base del respeto hacia la naturaleza que nos da todo y este viene del entendimiento de los procesos.
Lo que tenemos que hacer es mejorar ese conocimiento del sistema y lo que recibimos de este.
Por ejemplo, soy oceanógrafa y hablo desde la experiencia de que casi nada sabemos de los océanos, ni de sus beneficios y por lo tanto no entendemos cómo lo afectamos ni su magnitud.
Es importante la educación y la responsabilidad de los que toman las decisiones, como los Gobiernos Autónomos Descentralizados (GAD), que descargan los residuos a las costas y los mares sin hacer tratamiento. Si pusiéramos este asunto como una prioridad Alfa, no pasaría aquello. (I)