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La aridez de las estribaciones de la cordillera chongón-colonche se transforma en una alfombra de colores en el invierno
Primer aguacero, culpable de la primavera amarilla
11 de enero de 2016 - 00:00
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La maleza muerta sigue siendo mayoría en el bosque tropical secó de Guayaquil. En varios tramos del cerro Bototillo, parte de la cordillera Chongón-Colonche, sin embargo, los árboles de guayacán empezaron a florecer y atraen la mirada de los conductores que circulan por la carretera que conduce a la provincia de Santa Elena.
El primer aguacero que cayó sobre la ciudad el pasado sábado 2 de enero de 2016 no solo fue causante de destrucción, inundaciones e incluso muerte, sino también es ‘culpable’ de traer vida y belleza natural.
A la altura del kilómetro 19, frente al tercer retorno de la vía a la Costa, está el mayor sembrío de guayacanes que en estos días visten de un manto amarillo la ladera que hasta la semana pasada era de color marrón.
Los árboles están en una propiedad privada llena de letreros que alertan de que está prohibido ingresar, por lo que los transeúntes se conforman con tomar fotografías desde la ciclovía que pasa cerca.
No solo guayacanes iniciaron el proceso de florecimiento con ese primer aguacero, las acacias también se forraron de flores, especialmente las amarillas, y los árboles lecheros -que compiten con los guayacanes en belleza- reventaron todos sus capullos y exhiben sus ramas llenas de flores como damas cubiertas en trenzas doradas. (I)