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Ecuador, 22 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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Para la Academia, el diccionario no debe ser políticamente correcto

La Real Academia Española ha creado una unidad para canalizar las críticas y propuestas relacionadas con el Diccionario, que serán estudiadas de inmediato e incorporadas a la edición digital, si se consideran adecuadas. Pero que nadie exija corrección política, porque no la habrá “en absoluto”.

“El Diccionario no puede ser políticamente correcto porque la lengua sirve para amar pero también para insultar. No podemos suprimir las palabras que usamos cuando nos enfadamos o cuando somos injustos, arbitrarios o canallas”, afirma en una entrevista con EFE el secretario de la Real Academia Española (RAE), Darío Villanueva.

Esa unidad, cuya dirección de correo electrónico es [email protected], es interactiva y tendrá un lugar específico en el nuevo portal que abrirá en los próximos meses la Academia. Mientras tanto, se atenderán las propuestas que vayan llegando para mejorar el Diccionario.

“Cualquier hablante es una autoridad para nosotros, en el sentido de que puede apreciar que en el DRAE faltan cosas o sobran otras”, señala el secretario, quien pone como ejemplo las críticas enviadas por “una colombiana que vive en Australia” sobre la palabra “champú”, definida como “loción, cuando realmente es un jabón”.

“Esa señora tenía toda la razón del mundo y hemos aprovechado para revisar las palabras conexas, como jabón, loción o gel”. La definición de champú se modificará en la 23ª edición del Diccionario, que se publicará en otoño de 2014, como broche final de la celebración del tricentenario de la Real Academia Española.

El académico Pedro Álvarez de Miranda ha sido nombrado director de esa edición, que, como la anterior, de 2001, se prepara en estrecha colaboración con las veintiuna Academias de la Lengua Española restantes.

Todas ellas le han dado el visto bueno a las numerosas novedades que se han ido incorporando en estos años a la edición digital del Diccionario, que recibe un millón de visitas diarias. Entre las últimas figuran la expresión “libro electrónico” y voces como abducir, antiespañol, cultureta, muslamen o “jet lag”.

La 23ª edición contará con nuevos términos  del campo de la informática, como el de “tableta”, que la Academia ha decidido oficializar para el “tablet”, esa pantalla táctil multiservicio con millones de usuarios en el mundo.  La incorporación está pendiente de la aprobación de las Academias americanas.

De haber mantenido el anglicismo puro y duro, el plural hubiera sido “tablets”, que, según Darío Villanueva, “es contrario a la prosodia del español”. La solución fue “tableta”, una palabra que viene del latín y entre cuyas acepciones está la del rico chocolate.

La RAE recibe con frecuencia quejas sobre algunas definiciones que los hablantes consideran inadecuadas. Así ha sucedido recientemente con el término “rural” que, en su segunda acepción, se define como “inculto, tosco, apegado a cosas lugareñas”. La Academia había suprimido en 2008 esa acepción, “pero llegó tarde a la última modificación del diccionario en línea”, que comprendía las decisiones acordadas hasta 2007.

También ha habido problemas con la comunidad judía porque “judiada” está en el Diccionario, o con Galicia porque el término “gallego” en algunos países de América equivale a “tonto” y así se recogía en el Diccionario, aunque en la próxima edición ya no figurará esa acepción. Darío Villanueva es gallego y asegura que él no se siente “ofendido por eso, porque hay que contextualizar las cosas”.

“El Diccionario no puede ser políticamente correcto. En él se incluyen palabras que sirven para amar o para insultar porque en la vida se ama y se insulta, y el idioma va acompañando a la vida. No podemos hacer un Diccionario sesgado”, subraya, antes de añadir: “corrección política en absoluto”.

El idioma “es un ecosistema y no se puede alterar alegremente porque se produce un ‘descalabro’ y cualquier decisión que se tome tiene muchas repercusiones”, asegura

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