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Ecuador, 19 de Enero de 2025
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El Telégrafo
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Papa plantea más espacios para la mujer en la Iglesia

“Es necesario ampliar los espacios para una presencia femenina más incisiva en la Iglesia (sic) el ‘genio femenino’ es necesario en los lugares donde se toman decisiones importantes”. 

Lo que dijo Jorge Mario Bergoglio en una entrevista especial concedida al sacerdote  Antonio Spadaro y que fue reproducida por más de 10 medios católicos en el mundo despertó preguntas, generó análisis y debate sobre eventuales cambios en la estructura de la Iglesia tal como se la conoce en la actualidad.

Estas declaraciones son parte de un discurso que para varios, forma parte de una “revolución” del mensaje del Francisco, mientras que para otros es parte de la continuación de criterios expresados por pontífices en ejercicio hace varias décadas.

De acuerdo a varios documentos oficiales del Vaticano, el tema de la inclusión de la mujer no se trata de un anuncio nuevo… El Papa Pablo VI dirigió un mensaje a las mujeres en 1965, y Benedicto XVI hizo lo mismo durante un encuentro con los movimientos católicos en 2009. Todos estos buscaban reivindicar la imagen y posición de la mujer dentro de la institución.

“Sufro cuando veo en la Iglesia que el papel de la mujer queda relegado a un papel de servidumbre y no de servicio”, dijo el papa Francisco a los participantes en la convención celebrada con ocasión de los 25 años de la carta apostólica “Mulieris Dignitatem” de Juan Pablo II sobre la mujer, publicada en 1988.

Durante el evento, Bergoglio reiteró la necesidad de una reflexión de toda la Iglesia “para dar mayor valor a la presencia de las mujeres”.

“No es nada nuevo que se le dé el realce y el honor que merece, que se  ensalce la importancia vital del ‘genio femenino’”, dice el padre Ernesto Arosemena, quien actualmente vive en Roma.

Esto, más que una cuestión religiosa, tiene que ver con un criterio histórico que viene desde hace siglos, explica Daniel Crespo, profesor de Orígenes de la Civilización y Mundo Medieval en la Universidad de Los Hemisferios en Quito.

“La Iglesia Católica como tal es la institución humana de  más larga data en la historia (...) hay dos cosas que sirven para comprender ese éxito político: tiene una institucionalidad muy fuerte que viene de muy atrás y, además,  una concepción firme. Más que decisiones que sean personales de tal o cual Papa, esto se entiende en la antropología del hombre y de la mujer, que se han establecido en  los cánones de la iglesia”, señala el docente.

Según dice, estos criterios basados en los antecedentes históricos de la religión católica, hacen que ciertas  cosas sean difíciles de comprender dentro de la visión actual.

“Imposible”, dice el padre Arosemena, respecto al sacerdocio femenino. “La verdad  no es algo que dependa del Papa. Ni siquiera él tiene la autoridad para hacer ese cambio. Es una de esas cosas que son inamovibles, porque son consideradas de derecho divino”.

Ciertamente, en la Biblia no se expresa una prohibición para que existan mujeres sacerdotes, pero -explica el cura, desde el criterio católico-  cuando Jesús instituyó el sacerdocio escogió solo varones, aún teniendo entre sus discípulos más cercanos a varias mujeres.   
Al respecto,  Crespo coincide... 

“La respuesta que surge de la Iglesia es que el sacerdocio no es que es un derecho de hombres  y mujeres  sino una vocación para hombres. Existen diferentes formas de servicio, porque el sacramento fue instituido para los discípulos”.

Las monjas son parte de esa estructura eclesiástica de la que también las mujeres pueden formar parte, dice el sacerdote. 

¿Búsqueda de igualdad o exceso de optimismo?

Es lo que dice Crespo... “Estas declaraciones hay que interpretarlas dentro de su estilo. Se trata de una persona  más abierta, pero eso no significa que vaya acompañado de una política independiente”.
Mientras tanto, algunas mujeres se muestran esperanzadas, asumiendo esto como una posibilidad, aunque un tanto lejana.  

“Es posible que se quede solo en el discurso... es optimista pensar que no será así, pero el Papa Francisco ya ha hecho cosas que otros no han planteado y pienso que en esto también se le podría creer, aunque sea un proceso largo”, dice la comunicadora guayaquileña, Talía Alvarado.

El mundo se mueve en ese sentido -dice- y esto no tiene nada que ver con el  desempeño del mismo rol de los hombres. 

“No se buscar hacer lo mismo porque al final de cuentas, las mujeres deciden si quieren hacer A o B cosa o no. Es simplemente dejar abierto un derecho para decidir si se participa”.
Pero -considera María Toscano, una joven que trabaja en Derechos Humanos- la existencia de una simple inquietud y planteamiento ya representa una diferencia.

“Por supuesto que esto no es garantía de que la iglesia vaya a cambiar. El género en sí mismo no es una categoría moral y creo que la igualdad entre hombres y mujeres se rompe al momento de pararse frente a un espejo. No somos iguales”.

“Las decisiones como estas toman décadas, siglos en algunos casos... Entonces no es nada más allá del discurso, pero que representa  intenciones que muestran  que este es quizá el inicio de cambios importantes”, dice Javier Hernández,  economista y ateo desde los 12 años.

 Andrea Rojas, integrante de la parroquia de María Madre de la Iglesia (Los Ceibos), considera que el valor de la presencia de la mujer en la institución va más allá de un criterio que podría ser entendido como sexismo.  “Más allá de que Francisco demuestra ser  bastante “revolucionario” en ideas, también mantiene una tradición a la que no le será infiel”. 

Es por esto que la complementariedad toma un papel fundamental, dice Daniel Crespo. “El papel que cumplen hombres y mujeres es diferente. No necesariamente tienen que llevarse a cabo las mismas funciones”, concluye.

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