Pacientes oncológicos exigen sensibilidad en diagnósticos
Elena Burneo aún recuerda que junto a sus hermanos solicitaron a un oncólogo no decirle a su padre, de forma cruda, que padecía de cáncer para evitarle el sufrimiento; sin embargo, el especialista lo hizo de una manera “directa”.
“Usted tiene cáncer” fue lo primero que se escuchó en la sala. El adulto se entristeció mucho. Elena y sus hermanos lo abrazaron y consolaron.
“Nosotros lo asistimos en ese instante y no el médico”, expresa Elena.
Marina Zambrano también recuerda que tras realizarse un eco mamario un imagenólogo, de forma insensible, la mandó a que tomara cita con el oncólogo.
“Al escuchar eso imaginé lo peor, estaba sola y corrí desesperada”.
Precisamente la manera y las palabras que usan algunos galenos para transmitir a los pacientes que padecen cáncer, generan quejas constantes en este colectivo.
Gustavo Dávila, presidente de la Fundación Jóvenes Contra el Cáncer, ha conocido algunos casos, sobre todo de aquellos oncólogos que se “blindan” para evitar sensibilizarse con el dolor del usuario.
“Quizás porque tratan a diario con más de 10 pacientes, no tienen la habilidad o la humanidad para ponerse en los pies del otro”.
El activista recalca que en el país es solo el oncólogo el encargado de dar la noticia. Lo ideal sería que lo haga en conjunto con el equipo interdisciplinario que atenderá la patología.
Los reclamos frecuentes son la falta de sensibilidad y crudeza exagerada para exponer el caso.
Los médicos especialistas reconocen que cada paciente oncológico mantiene intacto con precisión el tono de voz, las palabras y el modo en el que recibieron el diagnóstico.
Esos detalles determinan, en ciertos casos, su confianza hacia el médico tratante, la búsqueda de una segunda opinión y la adhesión al tratamiento propuesto al inicio.
Para Ramiro Hidalgo, director médico de Solca (Quito), ningún profesional aborda a su paciente sin analizar su sensibilidad.
Él asegura que hoy se da importancia a la interrelación con los usuarios. “No es fácil comunicar a alguien que tiene cáncer”.
En el imaginario se conserva la asociación mental con la muerte, que les impide atender las explicaciones inmediatas.
Por ese motivo, hoy exigen que en esa primera consulta vayan acompañados de un familiar. Esta persona consulta los detalles de la enfermedad o del procedimiento que se debe seguir, pues el afectado se encuentra en shock y en total negación.
“Ellos se constituyen en el soporte emocional de quien recibe esa mala noticia”, explica Hidalgo.
Marizol Salazar, sobreviviente del cáncer de mama, se acuerda de ese instante. El doctor leyó lo que detectaron en su seno. Tras escuchar la palabra cáncer de forma automática ella evocó su deceso. “Lo único que vino a mi mente es que era joven para dejar de vivir”.
Su esposo, quien la acompañó ese día, fue su fortaleza para ayudarla en la batalla.
Recomendaciones
La oncóloga Carol Moreno afirma que los galenos reciben formación académica, en los posgrados, sobre la manera apropiada de dar las malas noticias.
Sin embargo, la forma adecuada de hacerlo depende de la habilidad comunicacional y la técnica de cada experto.
El médico -añade- debe expresar mayor empatía cuando entrega la noticia. “Tiene que comprender al interlocutor, explicarle en palabras lo que le pueda entender y garantizar la comprensión para conectarse”.
El entorno físico donde se proporciona el diagnóstico debe ser confortable y se requiere hacer una conexión visual médico-paciente.
El Hospital General San Fernando de Cádiz (España), en su protocolo, sugiere que se consideren los factores socioculturales del paciente y los aspectos médicos (temor a causar dolor, al fracaso terapéutico o al expresar emociones).
En dicha guía se establece la compilación de toda la información disponible sobre el enfermo y la patología. El objetivo es darle información entendible a través de habilidades comunicacionales que permitan reducir el impacto emocional y acordar un plan de tratamiento. (I)