Tomar cerveza tras un partido genera adicción
A las 08:00 del sábado, Marcelo Terán espera a sus amigos para iniciar un partido de fútbol en la cancha de la universidad en la que estudia.
Para este deportista de fin de semana, el encuentro es una manera de mantenerse en forma y quitarse el estrés.
Luego de un par de horas de reñidos partidos, él y sus siete amigos van en auto hasta la tienda o minimarket más cercano para comprar cervezas y comentar los enfrentamientos.
“Tomamos dos cervezas cada uno para refrescarnos y nos vamos; dependiendo del ambiente, nos extendemos”, comenta Marcelo, mientras toma un poco de la bebida.
El tercer tiempo
Para el sociólogo Fernando Carrión lo que hace este grupo de amigos -tomar cervezas luego de un partido de índor fútbol- es una práctica común en los ecuatorianos.
Aquella costumbre -dice- se deriva de un comportamiento cultural que viene desde hace mucho tiempo y de la agresiva publicidad de la bebida, incluso está presente como auspiciante de los equipos de fútbol y, en consecuencia, entre los aficionados, quienes ingieren la bebida en los estadios.
En los barrios, señala Carrión, existe una tradición denominada el tercer tiempo, que corresponde a la socialización que se desarrolla después de que se termina el encuentro deportivo.
En Quito se estima que hay 500 canchas de fútbol donde 200 mil deportistas, en promedio, juegan 5 mil partidos cada fin de semana.
“Si se consume media botella por cada persona, eso representaría 100 mil unidades de la bebida. Económicamente es una cantidad nada despreciable”.
Sin embargo, señalan los expertos, existen consecuencias médicas importantes en la salud cuando se consume cerveza luego de practicar algún deporte, incluso se pueda generar adicción o dependencia.
Impacto médico
Pese a que Marcelo sostiene que consumir cerveza al finalizar el partido de fútbol de fin de semana es un mecanismo de rehidratación, el médico deportólogo Fernando Cevallos afirma que ese argumento es contrario a lo que sucede en la realidad.
El consumo de dos a tres vasos de cerveza provoca una afección directa renal, es decir bloquea el funcionamiento normal de los riñones, provocando mayores deseos de orinar.
Este proceso, explica el galeno, combinado con la deshidratación normal originada por el deporte, que es de cerca del 2% del peso total, eleva los niveles de pérdida de líquido.
En consecuencia, hay riesgo de problemas cerebrales, ya que se acelera la pérdida de la conciencia con mayor rapidez.
“Con esto crecen, además, las posibilidades de actos de violencia”, destaca Cevallos, quien coincide con que el consumo frecuente de alcohol luego de un partido termina en adicción.
En el corazón provoca aceleramiento del ritmo cardíaco, taquicardias que pueden desembocar en un infarto, la probabilidad es doble si la persona tiene afecciones de este tipo.
A nivel respiratorio genera una ventilación más cerrada y respiración acelerada, reduce la circulación de oxígeno corporal y genera mayor agotamiento.
El galeno añade que si el consumo de cerveza es previo al ejercicio provocará pérdida de las habilidades, agresividad y aceleramiento de la deshidratación.
En la parte muscular, el deportista es más propenso a sufrir calambres, contracturas musculares y, según el deporte que se practique, hay desgarres tendinosos o del mismo músculo.
Cevallos recomienda que, tras el ejercicio, el deportista se alimente adecuadamente, se hidrate con agua y espere un tiempo mínimo de tres horas antes de consumir cualquier tipo de licor, sin importar el grado de alcohol que contenga.
Adicción
Ricardo Loor, especialista en prevención del Consejo Nacional de control de sustancias estupefacientes y psicotrópicas (Consep), señala que el 76,9% de las personas han probado alcohol. “Esto es grave, porque cada vez se evidencia que el consumo inicia más temprano”, advierte.
En la región Costa, dice Loor, es más frecuente el alcoholismo problemático, es decir, actos violentos por consumo de licor.
Aunque no se han realizado estudios, Loor explica que el 70% de los estudiantes adolescentes consumen licor.
Pese a que existe una ley que regula el consumo de este tipo de bebidas, Loor y Carrión señalan que no se obtienen resultados satisfactorios ya que es muy complicado controlar tanto al vendedor como al consumidor.
A las 08:00 del sábado, Marcelo Terán espera a sus amigos para iniciar un partido de fútbol en la cancha de la universidad en la que estudia.