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Las ollas encantadas se resisten al olvido

Carmen Tenempaguay comercializa actualmente cerca de 3.000 ollas de barro en el mercado Rotary.
Carmen Tenempaguay comercializa actualmente cerca de 3.000 ollas de barro en el mercado Rotary.
Foto: Diario El Tiempo
27 de diciembre de 2019 - 00:00 - El Tiempo de Cuenca

Cristian, de seis años, tiene curiosidad por saber lo que contienen las ollas encantadas que comercializa su madre en la Plaza Rotary. Romperlas con los ojos vendados sigue siendo parte de la celebración no solo navideña, sino también de festejos populares.

Dulces y galletas se incluyen dentro de los recipientes, aunque depende de lo que quiera rellenar una persona. “Puede ser con chocolates, juguetes, dinero, entre otras cosas novedosas, que no corran peligro de quebrarse al momento de romper la olla con los ojos vendados”, señala Narcisa Guamán, la madre de Cristian.

Liliana Mendoza compró 10 ollas encantadas para un pequeño festival navideño con su familia donde participaron 10 niños.

“Son parte de toda fiesta de Nochebuena y las compro con anticipación para poder arreglarlas y decorarlas”, menciona.

Mendoza recuerda que cuando era niña, sus padres le regalaban ollas encantadas, pero no solo era en Navidad.  “Me la regalaban en mi cumpleaños, o en Carnaval se hacía una fiesta y los niños jugábamos a quebrarlas como si se trataran de piñatas”.

El recuerdo de las fiestas infantiles de antaño y de las pasadas del Niño es lo que mantiene viva esta costumbre en hogares cuencanos.

Marlon Calle cumple con esta tradición cada Pase del Niño, en el que participa con su familia en el barrio donde vive, en la parroquia Sinincay. Él aún llena ollas de barro con golosinas para llevarlas a la pasada.

“Cada 22 de diciembre  hacemos la pasada, por eso las compramos con anticipación para rellenarlas. Llevo 50 de ellas para adornar los carros y luego para que las rompan los niños”, sostiene.

Esta tradición no la pierden en su familia, la siguen y la seguirán transmitiendo a las nuevas generaciones de su familia y amigos.

Ventas
Romper ollas encantadas en Navidad, Año Nuevo, en cumpleaños y hasta en Carnaval es común en la ciudad, pero en el transcurso del año, estos recipientes se compran en pocas cantidades.

Según Guamán, comerciante de la Plaza Rotary, en esta época se vende algo más, porque la gente pone las ollas encantadas en los carros y caballos de la pasada; para cumpleaños es poco, porque ahora están más en tendencia las piñatas grandes”, expone.

Carmen Tenempaguay también comercializa estos implementos de barro y menciona que en años anteriores para estas fechas se vendían alrededor de 11.000 recipientes, pero se redujo considerablemente este año, pues hasta el momento solo han salido cerca de 3.000.

“La cantidad parece poca, pero lo importante es que las familias transmitan esta costumbre a las nuevas generaciones, para que perdure y no se pierda”, dice. (I)

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