‘Nos estamos matando y así alimentamos el engranaje capitalista’
Sayak Valencia, mexicana, poeta, ensayista y doctora en Filosofía, escribió un libro sobre violencia contra la mujer, narcotráfico y necro-poder y lo llamó “Capitalismo gore”, en alusión al género cinematográfico que desde el terror, llena de sangre gratuita una pantalla.
Escribió esta obra analizando la situación de México, en donde, para ella, un poder sin escrúpulos ha suplantado al Estado.
¿Cómo se representa la violencia del narcotráfico en México y qué efecto tiene este cincelado de la realidad en los ciudadanos consumidores? La autora -que participó en el conversatorio “Capitalismo Gore y Necropolítica: una crítica de la violencia”, organizado por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales- expone su punto de vista.
¿Qué es el Capitalismo gore?
La palabra gore, ya sea en inglés o español, es una invocación al derramamiento injustificado de sangre. Nos están matando, nos estamos matando, nos estamos haciendo daño y nos regocijamos a través de eso, consumimos y seguimos alimentando el engranaje capitalista.
Pero este engranaje ya no está solo fuera, en el espacio del consumo, sino que está dentro y también está haciendo de nuestros cuerpos productos de consumo en una forma muy violenta.
A través de los noticieros, México aparece retratado como un lugar donde la violencia es insostenible. En el Ecuador este lenguaje también ha comenzado a ser común. ¿Cuál es su lectura?
No conozco la situación del Ecuador. No sé si es más o menos violento, pero lo que sí sé es que la violencia espectacular en México es una gran industria. Es un espacio de control de la sociedad civil. “Pórtese bien o si no ya sabe lo que le va a pasar”, sobre todo porque hubo un momento en que empezaron a matar gente que no tenía nada que ver con el narcotráfico. No solo se matan entre los narcotraficantes.
Los titulares de los periódicos mexicanos son alarmantes: decapitados, decenas de personas asesinadas o acribilladas, muchas de ellas, sí, por estar involucradas en el narcotráfico...
Sí, es cierto, pero la guerra contra el narcotráfico que ha hecho el presidente de mi país ha ido también en contra de los activistas, no solo los ‘narcos’.
Hay una gran cortina de humo y hay un presupuesto multimillonario para esta guerra. Los criminales son unos cuantos, pero en la sociedad mexicana se los ha sobrevisibilizado para hacerlos cotidianos, para que la gente se acostumbre y eso genera un miedo endémico para que la sociedad no se manifieste, se mantenga callada.
Pero esto tampoco está funcionando porque a los periódicos se les exige que haya muertos, pero no más de cinco al día porque si la gente se asusta demasiado se puede revelar y originar una guerra civil y eso no les conviene. Lo que quieren es que haya la medida del temor.
Dentro de sus conclusiones, usted mencionó que la constitución mexicana no está dirigida a los propios mexicanos, ¿por qué?
Primero habría que partir por el concepto de ciudadanía. Hay que pensar la constitución en un Estado donde la precarización económica es tan grande, donde los feminicidios están ahí, donde hay una guerra contra el narcotráfico... Tendríamos que pensar qué es un ciudadano en México. Un indígena no es un ciudadano, una mujer no es un ciudadano.
Ante esta situación, ¿ha existido algún movimiento que busque levantarse en contra de este sistema?
El Movimiento 132, de un grupo de universitarios mexicanos con recursos económicos elevados, se ha dado cuenta de que aunque ellos tengan el poder, hay que arreglar su propia casa. Políticamente se están fortaleciendo. Estoy contenta por los profesores que educaron a esta generación que se está levantando, haciendo una lucha crítica a este gobierno que quiere continuar lo que ha habido por 80 años: el Partido Revolucionario Institucional.