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Niños y adultos reciben ayuda
En un salón de 30 niños con discapacidad auditiva, Olga Valdez (profesora de danza) intenta hablarles, pero ellos no logran entender.
Valdez lleva sus manos hacia su cabeza, haciendo contacto visual con los niños, y ellos realizan los mismos movimientos, desarrollando así una señal de atención y lenguaje personalizado. Escuchar y ver es posible más allá de los sentidos en el Centro Municipal de apoyo para personas con discapacidad visual y auditiva Cuatro de enero, ubicado en Machala y Bolivia.
Niños, jóvenes, adultos y personas de la tercera edad reciben la ayuda necesaria para desarrollar sus habilidades.
Ian Moncayo, de 39 años, es el director del coro de niños y jóvenes desde hace 9 años.
“Al inicio se me hizo complicado porque nunca había trabajado con niños invidentes; ahora ellos aprenden todo de memoria y me enseñan algo nuevo todos los días”.
El aprendizaje de estos niños es mediante la estimulación sonora que se basa en reconocer diferentes sonidos, como el de su respiración, el eco de los golpes en la mesa, el sonido del agua y de notas musicales. El centro se rige por un programa regular del Ministerio de Educación, utilizando diferentes técnicas, como el braille (sistema de lectura y escritura táctil para personas invidentes), el ábaco (para realizar operaciones matemáticas) y como última fase utilizan materiales como tapas de botellas, piedras, palillos, cartón y silicona líquida.
Rocío Pazmiño, psicóloga educativa, dice que los padres juegan un papel importante dentro de la vida de estas personas.
“No solo se trata de motivación sino también de ejemplo”. (I)