Niños de hoy, generación informada y con derechos
Romina Jiménez tiene tres años y maneja sin problemas los diferentes artefactos que tiene en su casa, como la televisión, la computadora o el celular de sus padres; basta con que una sola vez observe la manera como un adulto los opera para que pueda repetir el procedimiento fácilmente.
Lorena de Jiménez, su madre, ve con asombro y algo de preocupación el nivel del desenvolvimiento de su hija, que refleja marcadas diferencias con su hermana mayor, que tiene 14 años.
“Ella era más pasiva a esa edad, le gustaba inventar historias, jugaba con pinturas, todo lo que sea dentro de casa y tenía poco apego con los artefactos electrónicos”.
Este nivel de participación ha permitido que los niños y adolescentes se enfrenten a nuevos patrones de comportamiento, opina Lorena. En Internet y la televisión encuentran otros modelos de vida que son parte de su formación y que los padres deben vigilar.
Para María José Almeida, de 18 años, la tecnología ha sido de mucha ayuda. Según dice, ahora los niños tienen la información en sus manos. Mientras que sus padres no crecieron con Internet, ellos pueden consultar cualquier duda en un instante.
Con este criterio concuerda Ingrid Bermeo, coordinadora de área de cualificación de la Agencia de Comunicación de Niños, Niñas y Adolescencia (Acnna). Explica que al tener acceso libre a Internet, un niño puede enterarse de todo lo que le cause intriga, sin necesidad de acudir a un adulto.
“Los niños y niñas se enfrentan a una sociedad que sufre cambios constantes y normales, pero que los adultos no estarían preparados para enfrentar la rapidez con la que los niños los asimilan. Esto ocurre especialmente con los maestros”, afirma la directora ejecutiva del Consejo Nacional de la Niñez y Adolescencia, Sara Oviedo.
Aunque admite que existen intenciones de cambio de los nuevos educadores, como colectivo esta intención no se visibiliza. “Ni siquiera el propio sistema educativo ha tenido la capacidad de pensar en que debe cambiar”.
En la actualidad, los niños tienen mayor participación, lo cual les da más libertad para tomar sus propias decisiones.
En ese aspecto Oviedo enfatiza que es fundamental el hecho de que los niños, niñas y adolescentes conozcan de sus derechos, pero no quiere decir que no deban tener límites; es decir, el rol de los padres y maestros no es solamente el de informar, sino el de formar a los niños.
Esto, agrega, porque en la actualidad el niño debe enfrentarse a varios problemas que cada vez son más comunes en la sociedad, entre estos los divorcios.
Mientras que en el año 2000 se registraron cerca de 10.800 divorcios, en el 2009 la cifra llegó a los 17.000, según datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, (INEC).
El incremento en estas cifras, opina Oviedo, quiere decir que dentro del círculo familiar el niño está más propenso a tener espacios de soledad, que se denomina autismo moderno y que les lleva a buscar herramientas para llenar esa sensación, que bien puede ser el uso de la tecnología.
Sin embargo, un aspecto que se debe rescatar de estos cambios, se relaciona con la toma de conciencia de los niños, niñas y adolescentes frente a sus derechos; esto les da una mayor participación y voz en las decisiones, no solo familiares.
“Ahora son más visibles; antes su educación era basada en imposiciones, ahora se está motivando a que puedan crear su propio criterio”, asegura Oviedo.
Margarita Velasco, directora del Observatorio de los Derechos de la Niñez y la Adolescencia (ODNA), dice que un aspecto que ha cambiado es el acceso a la educación. Según la representante de la ODNA, la educación básica llega casi al 97% de los niños.
Aunque a los niños no se los puede enmarcar en un perfil único, el antropólogo Diego Polit, afirma que la característica común de los niños actuales es la recepción de información.
Años atrás no se tenía toda la carga de información a la que acceden ahora los niños y esto es un factor fundamental para construir sus intereses y aspiraciones.
Esto, además, dice Polit, ayuda a que los niños desarrollen mejor una capacidad de desenvolvimiento y de relación con el mundo que los rodea; pero al mismo tiempo los convierte en seres diversos, porque la gama de alternativas informativas a la que acceden es muy amplia.
Sin embargo, pese a este apego a la realidad, el niño no deja de ser creador de fantasías, afirma el experto, la diferencia es que esta imaginación al momento de crear se relaciona más estrechamente con el medio en el que vive.
No importa cuanta información obtengan de su familia, en estos años están más expuestos a recibir mayor diversidad de opciones que les permiten decidir”, opina Pólit.
Cuando sea grande, Emilia quiere estudiar medicina; le llama la atención el cuerpo humano y según su madre esta influencia viene de los canales de ciencia a los que tiene acceso y al tiempo que han compartido juntas.
“Hay una diferencia visible entre los niños a quienes cuidan directamente sus padres y quienes reciben cuidados de algún familiar o de una guardería. Uno como padre se da el tiempo de explicarle con detalle las dudas que tienen”, opina Verónica.
Lorena, coincide con este criterio y lo explica a través de la diferencia que existe en la personalidad de sus dos hijas. Mientras la menor -que durante dos años estuvo bajo su cuidado exclusivo- es autosuficiente y comparte temas de conversación con sus padres, la mayor -que creció con sus abuelos- es más reservada y emite menos opiniones acerca de la cotidianidad.
Tanto Pólit como Oviedo advierten que es fundamental abrir espacios de diálogo con los padres y maestros, ya que ellos son los llamados a guiar la formación de sus intereses y su desarrollo en general.