Los menores de edad que viven en las soluciones habitacionales de la Misión Casa Para Todos, en San Francisco de Huarcay, sur de Quito, participaron en un taller lúdico, como parte de una iniciativa conjunta entre el Plan Toda una Vida y la Corporación Alemana para la Cooperación Internacional (GIZ).

La actividad estuvo enfocada en prevenir y erradicar todo tipo de violencia.

La ruta participativa denominada “De salto en salto a la violencia ponemos alto” es una metodología de prevención primaria, en especial contra las mujeres, que se ha aplicado en países como: Bolivia, Paraguay, Perú, Alemania, África del Sur, donde han participado 20.000 menores.

Esta actividad, que forma parte de una agenda gubernamental que se desarrolla durante el mes de marzo en el marco de Misión Mujer, consistió en una ruta lúdica compuesta por cinco estaciones donde participaron los pequeños de 6 a 9 años.

Ellos, a través de varias acciones, reflexionaron sobre los roles y estereotipos de género, la importancia de los valores, la igualdad de derechos, la no violencia de género, la autovaloración y autoestima.

“En este mes de la mujer trabajamos con los niños para erradicar las prácticas de violencia que se generan en los hogares, enseñándoles desde pequeños a mantener una convivencia armónica e igualitaria entre ellos, su familia y la comunidad”, señaló Rocío de Moreno, presidenta del comité interinstitucional del Plan Toda una Vida.

Agregó que esto contribuye a la consolidación de comunidades libres de violencia, el cual uno de los objetivos principales que se quiere lograr en todas las urbanizaciones de la Misión Plan Casa Para Todos.

Juegos para hacer conciencia
En la primera estación está Alejandro Zambrano, de 7 años. Él lanzó un gran dado para avanzar en un camino trazado en el piso que le permite realizar preguntas a sus demás compañeros. ¿Los niños y las niñas pueden llorar?, consultó. La respuesta de todos los niños es “sí”. 

El segundo turno fue para Guadalupe Coello, también de 6 años. A ella el dado le indicó que se colocara en la casilla 7, que tenía la interrogante ¿Los niños y las niñas pueden cocinar?

De inmediato Inés Lara contestó: “sí, mi papá es quien a veces cocina en casa”.

Christine Brendel, directiva de la GIZ,  explicó que las creencias y mitos sobre la desigualdad entre hombres y mujeres son el principio de la violencia de género.

Por esa razón -dice- trabajan con los infantes de 6 a 9 años. “Esa es la edad idónea donde ellos comienzan a generar diferencias y conceptos que pondrán en práctica toda su vida”.

En la segunda estación los pequeños aprendieron sobre los diferentes tipos de violencia, mientras que en la tercera encontraron un cofre que escondía un tesoro que guardaba un espejo donde los niños podrían reflejarse.

“Yo soy el tesoro porque soy muy valiosa”, indicó Sarahi Espinales.

Mediante este ejercicio analizaron y conocieron la importancia sobre la autoestima y autovaloración.

En la última etapa, todos los niños y niñas, acompañados de Rocío de Moreno pintaron varias pancartas con dibujos que representaban todo lo aprendido y el mundo en el que quieren vivir sin prácticas violentas.

Según la GIZ, en Ecuador dos universidades ya han incluido esta Ruta Participativa en sus mallas curriculares que cuenta con equipos de 34 profesores o capacitadores para formar equipos de estudiantes y facilitadores, que la aplican en el marco de sus prácticas obligatorias en más de 24 escuelas del país.

Las actividades lúdicas de la ruta contra la violencia se replicarán dentro de las urbanizaciones de la Misión Casa para Todos y como parte de la estrategia de fortalecimiento comunitario. (I)