Milton Luna, ministro de Educación, Ph.D en Historia de la Educación, Máster en Historia Andina, ex Director de la Escuela de Ciencias Históricas de la U.Católica
Luna: "Reabriremos muchas escuelas de los sectores más pobres"
Está en su nueva oficina del penúltimo piso del Ministerio de Educación, norte de Quito. Luce informal y su escritorio está vacío porque apenas está unos días estrenando despacho. Milton Luna, ministro de Educación, catedrático, coordinador del Contrato Social por la Educación, exconsultor de Unifec y Unesco, conversó con Diario El Telégrafo sobre su mirada y acciones en esa secretaría de Estado.
Usted dijo que es el momento de propiciar la participación de la sociedad y construir políticas en el campo educativo. ¿Por qué?
No hay posibilidad ni aquí ni en otra parte del mundo de que una política pública se sustente sin la participación de la gente. En democracia eso es la acción de corresponsabilidad entre el Estado y la sociedad. Y es lo que debemos aplicar en el Ministerio de Educación. Lamentablemente, desde hace mucho tiempo las políticas han venido desde arriba, han sido verticales, con un modelo patriarcal y autoritario que se ha naturalizado. Desde el 2007, el modelo concentrador y autoritario se profundizó en Ecuador, por eso queremos dar un cambio y tener un modelo democrático.
Pero la educación es un derecho en este país.
Ecuador, a través de la Constitución, suscribió un acuerdo básico sobre el derecho humano a la educación. Pero no puede haber realización de él si no hay condiciones democráticas. Eso es necesario para que la gente hable, critique, contribuya con ese tema y en ese marco se construye y ejerce ese derecho. Su sola mención no es suficiente.
¿Por qué dice que el modelo viejo de la escuela es autoritario?
Es el de cárcel. Ha sido muy cuestionado por las pedagogías modernas en el siglo XIX. Peor aún es difícil aplicarlo porque no tiene mucho respaldo. En ese modelo la democracia es perseguida o mal utilizada.
¿Cómo aterrizar esta teoría en la práctica en su Ministerio?
Están delineados varios objetivos y con el mayor realismo posible porque un cargo es relativo en el tiempo. Vamos a apuntar a la calidad de la educación. No cualquiera, sino con fundamento en los derechos humanos. Esto tiene otras connotaciones: necesitamos a profesores formados en esos derechos, flexibles, democráticos, con una pedagogía moderna y de diálogo.
¿Cuál es su gran desafío?
Cómo construimos en las instituciones todas esas condiciones que le mencioné, eso es extremadamente difícil. Porque la violencia está naturalizada, hay que iniciar con dispositivos que ya existen, por ejemplo: padres de familia con participación más activa. Es complejo, pero hay que apuntar en ese sentido.
¿Cuál es el concepto de esa nueva escuela que propone?
La nueva escuela debe relacionarse con la comunidad, el territorio, no que sea autorreferencial. Por ejemplo, las instituciones educativas hacen su plan anual, el mismo guía sus acciones. Pero ese plan está mal hecho o se repite del año anterior. El plan es hacer un esfuerzo para mirar lo que hace la institución. Alumnos y escuela en el contexto. Por ejemplo, el barrio San Juan en Quito, tiene que relacionarse con el entorno para escribir ese plan. Ese es el concepto de una educación de calidad. En el campo no voy a enseñar los temas del agua con un documental. Hay que salir para ver el riachuelo de al lado. Eso es romper la visión de la escuela relacionada consigo misma. Y esa es una escuela nueva y abierta, que necesita profesores formados con esta sensibilidad. Queremos escuelas nuevas y abiertas, que se conecten con su realidad, la realidad nacional y la del mundo.
¿Habrá cambios curriculares?
Probablemente habrá cambios curriculares. Pero el tema son los sentidos y la didáctica de esas materias. Por ejemplo, en Historia se toman evaluaciones estandarizadas que matan esa materia y refuerzan el modelo tradicional. Por eso, he criticado las pruebas “Ser Bachiller” y el “ENE””, en los estudios sociales esas pruebas de opción múltiple terminan con la capacidad de reflexión de la personas.
¿Qué pasará con esos programas de ingreso a las universidades?
Una de las apuestas inmediatas es pensar en un nuevo sistema que recoja los conceptos de calidad, la formación integral y la educación que forme para la libertad. Creemos que la evaluación tiene que hacerse, el problema es qué tipo de evaluación. Las decisiones no se toman desde el hígado, sino desde los efectos. El ENE tuvo efectos terribles y dramáticos.
¿Usted también habló de la calidad del gasto en educación?
Tenemos los conceptos y estamos reuniendo a los mejores técnicos del país y a los financistas. Necesitamos a los abogados, haremos un examen de la calidad del gasto. Si alguien es pobre debe aprender a gastar bien sus recursos. Eso es lo sensato y es racionalizar el dinero. Tenemos que ubicar que esos gastos rindan para los proyectos porque están en función de ese derecho a la educación.
El Ministerio de Educación es el más grande de todos. ¿Cómo ordenarán las finanzas?
Examinaremos lo que se ha hecho. Aquello que está bien se queda, veremos los errores y rectificaremos. Mal estaría encubrir esos errores y eso no lo voy a hacer.
¿Ha descubierto algo?
No hay nada en firme y necesitamos ser responsables. También requerimos elementos más técnicos para anunciar y decir cosas.
Usted escribió en un editorial que en tiempos difíciles lo peor es recortar o congelar los presupuestos para las necesidades estratégicas. ¿Aún mantiene ese criterio?
Me mantengo en esto. Estamos en el concepto y en la crisis hay que poner más recursos en esas necesidades. Hay que gastar más y mejor en la educación. Hacia eso nos dirigimos, no es solo el esfuerzo de una persona, sino de todos. Y si no hay un acuerdo es difícil que eso se concrete. Cuando el Presidente de la República anunció que me nombró Ministro me dijo: todo el apoyo a esta gestión. Y lo tomo de manera literal e inspiradora porque es un apoyo político para luchar por la calidad de la educación.
Usted es un gran crítico de las escuelas del Milenio. ¿Qué hará con ellas?
Un cosa son las escuelas, otra el modelo que está detrás. Sería una locura desbaratarlas, tendrán que ser muy bien utilizadas. La infraestructura tiene que utilizarse de mejor manera. Eso es ahorro, calidad e inversión. El modelo es la reducción de las escuelas, sobre todo, rurales, de 19.000 a 5.000. Ese fue un error de concepto. El tema es construir un modelo de gestión alternativo, que va ligado al modelo educativo. En la administración del ex Gobierno se crearon enormes problemas. No se hizo un estudio ni la valoración respectiva. Hoy trabajamos en alianza con sectores más perjudicados. Hoy estamos levantando información e ideas de los padres y de los niños. Esto conducirá a la reapertura de muchas escuelas en los sectores rurales y ese es el programa emblemático del actual Ministerio. Es la nueva escuela, por ahí arrancará la nueva escuela, por los más pobres y en las zona rurales.
El exministro de Educación Augusto Espinosa dijo que una cosa es escribir editoriales, otra desmantelar las escuelas del Milenio.
Respeto las divergencias, soy un demócrata.
Un problema doloroso son los abusos sexuales contra los niños en las escuelas y colegios. ¿Qué hará con eso?
La voz de los niños será escuchada y eso solo se da en escuelas abiertas. Mientras tanto, seguimos con los procedimientos que ya hizo este Ministerio que judicializó los casos, Tolerancia cero. Debemos construir una sociedad de paz. (I)