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Ecuador, 28 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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La familia centró mensaje del papa Francisco en misa en Parque Samanes de Guayaquil (Galería)

 Foto: AFP
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Con ovaciones, gritos y cánticos, cientos de miles de fieles recibieron al papa Francisco en el Parque Samanes, al norte de Guayaquil, donde ofició la primera misa campal de su visita a Ecuador. Muchos de los presentes hicieron vigilias y pernoctaron en el lugar para recibir al Pontífice.

No importó el calor o el cansancio. Los fieles procedentes de distintas provincias y también de otros países esperaron al Santo Padre. Algunos, incluso, emocionados hasta el llanto saludaron a Francisco a su paso en el papamóvil. Hubo quienes lograron acercarse tras burlar el cerco policial.

En su cuenta en Twitter, el ministro del Interior, José Serrano, aseguró que 800 mil personas acompañaron al papa Francisco en la misa en Samanes.

En su mensaje, el Papa exigió brindar más ayuda y servicios sociales a la familia, afectada por la "falta de amor, de trabajo, enfermedades y problemas". No se trata de "limosna" sino de una "deuda social", dijo.

"Cuántos ancianos se sienten dejados fuera de la fiesta". "Cuanta mujer sola y entristecida se pregunta cuándo el amor se fue, se escurrió", afirmó el Papa, quien dedicó la homilía a los males de la familia moderna, uno de los grandes retos de su pontificado.

"La familia es el hospital más cercano", clamó ante los fieles que escucharon sus palabras bajo un sol abrasador.

Francisco empleó el pasaje del Evangelio sobre las bodas de Caná, -el primer milagro de Jesús en el que transformó el agua en vino, tras la súplica de María preocupada porque no había vino para la fiesta- para explicar la crisis de la familia.

"Las bodas de Caná se repiten en cada generación, con cada familia, con cada uno de nosotros y nuestros intentos por hacer que nuestro corazón logre asentarse con amores duraderos, fecundos y alegres", indicó.

También manifestó que en el seno de la familia se aprende a ser servidores y a no "descartar" a nadie y "se aprende a pedir permiso sin avasallar" y a decir "gracias como expresión de una sentida valoración de las cosas que recibimos" y "a dominar la agresividad o la voracidad y a pedir perdón cuando hacemos algún daño o nos peleamos".

"En todas las familias hay peleas, lo importante es pedir perdón", dijo.

Francisco también contó que su madre cuándo le preguntaban a cuál de sus cinco hijos quería más contestaba: "Son como los dedos de la mano, si me pinchan este me duele lo mismo que el otro".

"Una madre quiere a sus hijos como son y en una familia los hermanos se quieren como son y nadie es descartado", añadió.

"La familia constituye la gran riqueza social, que otras instituciones no pueden sustituir, que debe ser ayudada y potenciada, para no perder nunca el justo sentido de los servicios que la sociedad presta a los ciudadanos", agregó.

"En efecto, estos no son una forma de limosna, sino una verdadera deuda social respecto a la institución familiar, que tanto aporta al bien común de todos", afirmó el Pontífice.

Además, pidió a los ecuatorianos que recen para que los obispos de todo el mundo puedan "encontrar soluciones concretas a las muchas dificultades e importantes desafíos que la familia debe afrontar".

La crisis de la familia será uno de los temas que se debatirá en octubre de este año, en el Vaticano, durante el sínodo de obispos para fijar los criterios con los que la iglesia del siglo XXI encarará los cambios de las sociedades modernas, como la familia monoparental, el matrimonio entre homosexuales y el acceso a la comunión para los divorciados que se vuelven a casar.

Previamente, Francisco visitó el Santuario de la Divina Misericordia donde también pidió a los presentes que recen por él.

Tras la misa campal, el Pontífice participará de un almuerzo en el Colegio Javier con la comunidad de los Jesuitas y el Séquito Papal. En ese centro educativo lo espera también el nonagenario sacerdote Francisco Cortés, conocido como padre Paquito, a quien Francisco le hizo saber, por terceros, que quería verlo después de su último encuentro hace 30 años en Buenos Aires.

El martes el líder de los católicos oficiará una segunda misa campal en Quito, en el parque Bicentenario, donde son esperados un millón y medio de fieles. (I)

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