Mientras más educación tiene la madre, menor es el tiempo para la lactancia

Una de las cosas que más le preocupaban a Alicia Cabezas era el cambio físico que le puede causar amamantar a su bebé. El temor de que sus pechos se caigan o que le aparecieran estrías, lo llevó consigo hasta horas antes de tener a su pequeña hija entre sus brazos.

“Tenía pensado darle una fórmula (leche artificial), pero cuando la vi, dije: no, me da pena, muy chiquita para darle eso”, señaló la madre de 20 años.

Aunque su idea sobre la lactancia cambió después del parto, aún existe un grupo de mujeres que prefiere no amamantar a sus hijos antes de los 6 meses. Según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut), la exclusividad de dar al bebé leche materna varía dependiendo del nivel de instrucción de la madre.

El 61% de mujeres que no ha ido a la escuela amamanta a sus bebés durante el primer semestre, el 52,4% de quienes dan de lactar han alcanzado la primaria, el 44,2% han concluido la secundaria y el 29,2% ha terminado el ciclo posbachillerato, superior o posgrado.

Cabezas vive en Guayaquil y está cursando sus estudios superiores. Aunque por ahora no trabaja, indica que si lo hiciera cuando aún su pequeña no haya superado el año de edad, continuará dándole leche materna por recomendaciones.

Mónica Altamirano, una de las enfermeras que asesora a las madres en la maternidad Mariana de Jesús, en el suburbio de Guayaquil, manifiesta que hay mamás que mientras más grado cultural tienen, más desconocen la importancia de dar de lactar al bebé. “Algunas me dicen que es lo mismo que darle fórmula, pero esa leche no es compatible con el ser humano, sino que la parte del marketing funcionó aquí desde los años 80. Hasta ahora sale en la TV que si el niño toma esa leche va a tener buena memoria”.

Para Altamirano, lo primero que se debe lograr es que las madres tengan la convicción de que van a darle de lactar a su hijo y para ello menciona que es necesario que exista un empoderamiento.

Stefania Pow, directora, consejera y educadora de lactancia certificada, considera que la mujer que ha estudiado y que trabaja tiene mayor estrés y menos tiempo, 2 enemigos de la lactancia. “La falta de apoyo y la desvalorización de la lactancia afectan bastante a las madres con un mayor nivel socioeconómico o con mayor escolaridad. La lactancia ha dejado de ser la norma y se ha convertido en la excepción”, dice.

Por experiencia propia, Ana María Álvarez, de 35 años, conoce que dar de lactar pone rozagantes a los bebés. Ella ha seguido el ejemplo de su madre y ha amamantado por más de un año a sus hijos que ahora tienen 16, 11 y 9 años. También repite el proceso con su último pequeño de 15 días de nacido.

Álvarez expresa que solo terminó la primaria y su condición de madre de familia le ha permitido tener más tiempo para dedicarse al cuidado y a la alimentación adecuada de sus hijos.

Pero las madres que trabajan tienen otra opción.  La enfermera Altamirano indica que ellas pueden adquirir un extractor manual para reservar la leche.

Lo ideal es mantener el líquido en congelación hasta 12 horas antes de dar de lactar al niño. Para ello solo basta calentar la medida requerida a baño de maría. “Si es manejado con higiene, asepsia, puede ser un producto de calidad. Eso no le hará daño al bebé. Lo que no pueden hacer jamás es volver a congelar la leche que ya ha sido descongelada”, expuso Altamirano.

La educadora de lactancia Pow, señala que la leche artificial jamás va a ser igual a la materna porque esta última es un fluido vivo que contiene anticuerpos que protegen al niño hasta su vida adulta. “La leche artificial contiene beta lactoalbumina que es una proteína propia de la vaca y no es compatible con el ser humano, lo que causa gases y cólicos”.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda la lactancia materna por lo menos los 2 primeros años de vida. A más de los beneficios a la salud, logra un apego entre el hijo y la madre.