“Mi vida se complicó con el accidente, pero resisto”
“Un día, hace aproximadamente 20 años, bajaba por una escalera y me resbalé. Rodé varios peldaños hasta llegar a un descanso... caí sentada y sentí un intenso dolor. Cuando quise incorporarme no pude levantarme del suelo. Una vecina que fue a ayudarme logró llevarme a la cama y permanecí acostada por varios días hasta que la molestia cedió.
En ese momento no lo sabía, pero me había fracturado la cadera, me di cuenta dos años después, a causa de las fuertes dolencias que me aquejaban y luego de visitar varios médicos, quienes no atinaban con el diagnóstico sobre mi enfermedad ni el motivo de la dolencia.
En el hospital Luis Vernaza, uno de los médicos tratantes determinó que padecía artrosis y me dijo que debía operarme y colocarme prótesis de fémur lo más pronto posible, porque si no, con el tiempo, perdería la capacidad de caminar por mi cuenta. Por aquel entonces trabajaba en varias casas como empleada doméstica, pero seguí con mis labores diarias, pese a las intensas molestias que tenía en las piernas.
Luego del accidente muchas cosas cambiaron... En mi matrimonio, especialmente. Mi esposo dejó el hogar y se fue con otra mujer, entonces yo debía mantener a mis cuatro hijos, de cualquier forma.
Pasé por una primera cirugía en la que me colocaron una prótesis en la parte izquierda de la cadera, que con el tiempo se desgastó y tuve que cambiármela, hace ocho años.
Producto de esta operación, la pierna de ese lado quedó algunos centímetros más larga, por lo que actualmente debo utilizar unas botas especiales con suela gruesa para equiparar el nivel de ambas extremidades y, además, caminar con muletas. Durante un tiempo utilicé un bastón, pero mi médico me recomendó dejarlo, porque su uso perjudicaba la posición normal de mi columna vertebral.
Las muletas al principio eran muy difíciles de manejar, pero con el tiempo fui aprendiendo a vivir con ellas, aprendí a vivir con esto. Una vez, recuerdo que incluso me caí, cuando recién estaba reaprendiendo a caminar.
Sin duda la vida se complicó, pero yo no me rindo. Dios es mi fortaleza. Aunque ya no podía dedicarme a las labores domésticas, me las ingenié para buscar una forma de sobrevivir y no depender de mis hijos y mi familia.
Descubrí que podía vender diferentes productos, como perfumes, cosméticos y planchar ropa en algunas casas cercanas a la mía. Además, aproveché mi buena sazón para hacer diferentes platos y bocaditos bajo pedido para fiestas, quinceañeras y varios eventos.
Mi hijo menor me da fuerza y me dice que la habilidad que me falta en los pies me sobra en las manos, refiriéndose a mi comida.
Actualmente pertenezco a la Asociación de Discapacitados del Guayas 12 de Junio, donde este año salí elegida por votación como Madre Símbolo. Mis compañeros dicen que me designaron por mi valentía, y porque, pese a las dificultades, sigo perseverando, andando el camino, sin decaer.
Mis hijos y mi familia cuidan de mí y me ayudan en todo lo que pueden. No obstante, mi lucha actual se concentra en conseguir los recursos necesarios para poder operarme la pierna derecha y colocarme la prótesis que necesito, y así dejar de usar las muletas.
De esta forma, luego de un proceso de rehabilitación, estoy segura de que podré llevar una vida normal”.