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Mesías Carrera, el zambiceño que redescubrió a su parroquia
En la mente de Manuel Mesías Carrera (94) solo la música tiene cabida en la actualidad. En su memoria aún se esconden los sonidos del órgano que reposa en la sala de su casa. Sus manos, casi inmóviles, reaccionan momentáneamente al compás de los recuerdos y no es extraño que con pequeños golpes, en su silla, interprete alguna de las 800 melodías que ha compuesto.
Estas canciones han tenido su función: retratar la historia de Zámbiza, e incluso fueron más allá pues ayudaron a descubrir que esta parroquia de Quito fue uno de los antiguos cacicazgos indígenas durante el período colonial.
Desde hace 4 años, don Mesías no puede valerse por sí mismo: olvidó cómo tomar la cuchara, cómo vestirse e incluso cómo hablar; pero sus ojos resplandecen cada vez que se encuentra cerca de su órgano o su guitarra. Amó la música desde niño; quizás por ello el alzhéimer no ha logrado borrar esa parte de sus recuerdos.
“Mi padre está absorto en su mundo. A pesar de ello, siempre lo encontramos tarareando alguna canción. Esa es su forma de decir aquí estoy”, afirma el maestro Luciano Carrera, su hijo.
Luciano siguió el ejemplo de su padre, pues desde los 4 años formó parte de la banda musical de Zámbiza, al nororiente de Quito, y ahora es un concertista clásico.
Su familia relata que la muerte de su madre impidió a don Manuel Mesías terminar la escuela. Pero su padre reconoció su talento y lo llevó ante los religiosos de la parroquia para que le enseñaran música. Con el tiempo, logró ser el intérprete del órgano del templo.
Hoy, el adulto mayor pasa los días en su casa, a pocas cuadras del parque central de la parroquia.
En la pared de su sala cuelgan cuadros con recortes de periódicos que hablan sobre su trabajo musical, reconocimientos y fotos familiares.
Al fondo de la habitación, un librero almacena novelas, cuentos, sus partituras y varios libros de historia.
Esta última temática fue la otra pasión del ilustre zambiceño y su obra le permitió conjugar ambas: gran parte de su trabajo musical estuvo dedicado a la recopilación de ritmos tradicionales de su parroquia.
Además, fue quien creó, junto a su hijo Luciano, el himno del lugar.
Varias de sus composiciones han sido interpretadas por agrupaciones como la Orquesta Sinfónica Nacional y la Banda Municipal.
A pesar del apego de don Manuel Mesías a su parroquia, su influencia musical rebasó los límites geográficos y generacionales.
Un grupo de 5 jóvenes optó por seguir los consejos musicales de Mesías Carrera y desde los años 90 se ha convertido en un referente de la música andina gracias a la agrupación Jayac. Saúl Díaz, integrante del grupo, afirma que el compositor e intérprete fue la base de Jayac.
“Es un ejemplo de esfuerzo porque don Mesías luchó mucho para llegar a ser lo que es. Hace 5 años preparamos un proyecto juntos. Logramos recopilar temas escritos por él. Su paso por nuestro grupo nos solidificó como músicos”, aseguró.
Siglos de historia
El ejemplar del libro sobre la historia de Zámbiza todavía reposa en la estantería de la casa de don Mesías.
Unas cuantas ediciones fueron impresas durante la administración municipal de Paco Moncayo, por lo que pocas personas accedieron a este tesoro histórico que narra los antecedentes prehispánicos de la parroquia.
Él, junto con el historiador Frank Salomon, investigó por más de 10 años el pasado del sector.
Debido al conocimiento que tenía sobre la parroquia fue visitado por estudiantes de diferentes carreras universitarias.
Katia Rueda, alumna de Sociología, cuenta que para la elaboración de su tesis recurrió a la ayuda del quiteño. “Nunca olvidaré las palabras de don Mesías. Él comentaba que Zámbiza fue un observatorio astronómico para el pueblo Quitu-Cara. Y debe ser cierto pues en las noches despejadas, desde ese punto de Quito, se pueden ver varias constelaciones, como ocurre en un planetario”, sostuvo la joven. Ella, al igual que los hijos del músico, esperan que su legado no se olvide. (I)
Datos
La palabra Zámbiza tiene sus raíces en las lenguas maya y quichua: el término maya Tsan, que significa “punta”, y Piza, que en quichua significa “arbusto”.
Los moradores de la parroquia creen que la distribución tradicional de ese territorio, en forma similar a un triángulo, dio origen a que los antiguos pobladores llamaran de esa manera al sector.
El 11 de febrero es la fecha de fundación oficial de la parroquia rural quiteña; el hallazgo de la fecha es labor de don Mesías. Las fiestas patronales se celebran en septiembre en honor al arcángel Gabriel.