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Ecuador, 07 de Febrero de 2025
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El Telégrafo

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Ni la lluvia ni el calor detienen el trabajo de esta guayaquileña de 36 años

Mercedes Medina sostiene a su familia con la venta de agua y de EL TELÉGRAFO

Mercedes grita de manera repetida: “Agua, agua helada... EL TELÉGRAFO... Infórmate”. Aprovecha la luz roja para caminar entre los carros y vender.
Mercedes grita de manera repetida: “Agua, agua helada... EL TELÉGRAFO... Infórmate”. Aprovecha la luz roja para caminar entre los carros y vender.
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“Un día buscando un sector para vender juguitos mi hijo mayor me dijo ‘mamá aquí afuera de EL TELÉGRAFO (Av. Carlos Julio Arosemena, norte de Guayaquil) nadie nos va a botar’. Con el temor de que nos digan que nos vayamos empecé a vender limonada y agua de boldo, pero no me fue bien.

El limón se puso más caro y como no se vendía como esperaba lo dejé. Tenía que mantener a mis 5 hijos y debía buscar ingresos de una u otra forma. Fue así que empecé a comprar pacas de botella de agua y ganarme algunos centavos por unidad. Al principio no fue fácil, gritaba: “Agua, agua”, pero no lograba vender una. Ahora ya ha mejorado, en un día muy bueno vendo 7 pacas que, para mí, eso significa $ 20 en el día. Donde me llaman corro y aprovecho que está en luz roja para vender, es un poco peligroso porque debo sortear los carros que transitan.

Hace unos días empecé, en cambio, con la venta de EL TELÉGRAFO y PP El Verdadero. El miércoles pasado un señor me propuso que sea canillita y me gustó la idea, porque siempre quise darme la oportunidad de tener un puesto fijo para ver como me iba.

Pensé que si me van a dar las facilidades y tener un ingreso más por qué no arriesgarme. También sabía que las ventas se incrementarían, como ocurrió con el agua. Por ejemplo, en lo que va del día ya vendí más de 5 periódicos, con cada uno me gano 15 centavos. Mi meta es superar los 35 diarios.

Para mí, todo lo que sea emprendimiento es una oportunidad más de trabajo, así sea vender un periódico, agua, papel higiénico, con tal de que entre dinero a mi bolsillo. Siempre he estado acostumbrada a ganarme el sustento del día.

Hace unos 5 años empecé vendiendo frutas en el parque La Victoria, después trabajé en una isla de un centro comercial de Guayaquil, en el que vendía productos naturales, pero me despidieron. También trabajé al servicio al cliente en una empresa de chinos. Allí despachaba los productos, pero por mi edad me volvieron a despedir.

Para mí, lo importante no es la edad que se tenga, sino las ganas que se ponga en todo lo que nos proponemos. Hoy es la venta de agua y EL TELÉGRAFO, mañana no sé lo que me toque hacer, pero lo haré.

Antes de que mi hijo encontrara este lugar para la venta quise probar en la vía a Daule, pero debido a que los vendedores de esa zona eran muy problemáticos preferí dejarla.
Por eso cada día que me levanto lo hago con el pensamiento de que éste será mejor que ayer, que hoy venderé más y podré mantener a mis hijos para que se eduquen y puedan superarse, algo que yo no pude. No quiero que les pase lo mismo que a mí, que no seguí estudiando por falta de recursos en mi familia y me quedé en la secundaria.
Cuando era adolescente me ilusionaba la idea de estudiar administración de empresa y trabajar en una compañía, pero no fue posible. Me enamoré y luego me fui a vivir con mi marido. Salí embarazada de mi primer hijo y a partir de ahí las cosas cambiaron.

Pero tampoco me avergüenzo de lo que hago, porque es un trabajo digno al que todos los días le pongo mucho entusiasmo. Aunque eso signifique levantarme muy temprano para salir de mi casa en Mapasingue Este, tomar un carro y llevar mi tanquecito a mi lugar de trabajo para helar las aguas, o también acudir a los supermercados más cercanos para comprar las pacas cada vez que se terminan.

El trabajo es arduo y se debe tener mucha paciencia; aunque hay personas que creen que uno gana bastante, pero no saben que se invierte también. Debo comprar el hielo y destinar un dinerito para mi movilización.

Este es mi diario trajín que termina por la tarde tarde o más temprano cuando llueve. La lluvia es mi peor enemigo, pero si es de ponerme mi encauchado y vender, igual lo hago”. (I)

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