Mercancía vs. Bien social
Acostumbrados a considerar al turismo como mercancía, perdemos la óptica de lo necesario y correspondiente, que nos lleva a no advertir que es, por sobre todo, un bien social. Con esta actitud hemos creado un marco que deja fuera a la recreación y al deporte, que son componentes esenciales del mismo.
Si bien el turismo es una especie de creación burguesa -y por eso se ha afianzado su manejo desde el punto de vista económico-, debemos superar esta especie de atavismo y los tiempos en que Rousseau, Georges Sand, Chateaubriand, Dumas, Víctor Hugo, entre otros destacados de la literatura, alabaron y recomendaron las bellezas naturales de Suiza hasta entonces no difundidas.
Suiza con sus glaciares-montañas, se convierte en el país de moda que todos quieren conocer y a la que se ha llegado a considerar la cuna del turismo.
Así nace el alpinismo con sus cultores iniciales: el naturalista y geólogo ginebrino Horace-Benedict y el botánico barón Ramond de Carbonniéres, que en sus ansias por coronar el Mont-Blanc sedujeron a muchos a escalarlo. El haber imaginado que el ocio pudiera ser aprovechado superlativamente si nos trasladamos a lugares desconocidos y lejanos, sólo tenía cabida en quienes pudieran costear tal situación. La recreación tomó partido y se diversificó de tal manera que existen en la actualidad más de 100 modalidades recreativas y deportivas que exigen instalaciones e implementos que, casualmente, no están al alcance de las mayorías.
En mi última visita a Cuba dejé denunciada esta irrefutable verdad (Conferencia en la V Convención Internacional del Deporte). Cuestioné el hecho cierto de que en nuestros países se ha considerado al turismo, la recreación y el deporte solo como mercancía y que, por lo tanto, es inaplazable el asumir una actitud que nos lleve a un manejo social como un bien, igual como lo es la vivienda, la salud o la educación.
El ocio es un derecho que como idea asociada por oposición al trabajo nos conduce a diferenciar el tiempo para el descanso de aquel que fortalece cuerpo y espíritu en espacios y tiempos con dimensiones esenciales.
En ese sentido manifesté que el tiempo libre del individuo no se ejerce a plenitud, que los propósitos que pudiera tener son frenados por la realidad de contar con un ingreso que solo cubre las necesidades básicas.