Menos del 1% de los mares está definido como un área protegida
Hace 8 días Ecuador inauguró un Santuario Marino en una zona entre las islas Darwin y Wolf, dentro de la Reserva Marina del Archipiélago. El objetivo de esta iniciativa es claro: proteger a las poblaciones de tiburones martillo, una especie en peligro de extinción.
“Declarar Santuario a este lugar maravilloso es una razón de convicción, de que tenemos la responsabilidad de conservar esta joya natural de la humanidad para las futuras generaciones. Incluso si no hubiese ningún potencial económico (en materia turística), era nuestra obligación moral declarar santuario a estas islas”, dijo el presidente Rafael Correa en el enlace ciudadano pasada.
En la declaración de esta área de protección especial de tiburones participaron el Ministerio de Ambiente, la organización National Geographic y el cantautor español Miguel Bosé.
Preservación en alta mar
La conservación de las especies marinas es un reto mundial. Desde hoy la Organización de las Naciones Unidas (ONU) trabajará en un acuerdo para la protección de la biodiversidad en alta mar, vastas zonas situadas más allá de las jurisdicciones nacionales donde el principio de libertad a veces se traduce en una “ley de la jungla”.
En alta mar, “se puede hacer un poco lo que uno quiera y esto es lo que sucede en la práctica”, explica una fuente diplomática francesa. “Es la ley de la jungla”, afirma Julien Rochette, del Instituto de Desarrollo Sostenible y Relaciones Internacionales (IDDRI por sus siglas en francés).
El futuro acuerdo tiene como objetivo instaurar una gobernanza para territorios de alta mar para proteger la diversidad, amenazada por la contaminación, la pesca, el calentamiento global y la explotación de recursos.
El desafío es grande. Los territorios de alta mar, a partir de las 200 millas náuticas de la costa, representan la mitad de la superficie del planeta.
Estas aguas tienen una biodiversidad excepcional, albergan desde numerosas especies de peces hasta ecosistemas, que son fuente de recursos para industrias como la cosmética o la farmaceútica.
Los océanos también guardan importantes recursos minerales (nódulos polimetálicos, agregados de cobalto), un patrimonio de la humanidad que corre el riesgo de ser agotado en el futuro.
Pese a sus 320 artículos, 9 anexos y 2 acuerdos, la Convención de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, firmado en 1982, “no tiene mecanismos suficientes para garantizar una gestión coordinada en alta mar”, recuerda una fuente diplomática.
“Hay enormes vacíos en la gobernanza de los océanos”, señala Richard Page, de la Alianza para Alta Mar, que agrupa a 32 ONG, entre ellas Greenpeace y WWF, además de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Page agrega que varias organizaciones son responsables de la gestión de las diferentes actividades como la pesca, la navegación, etc., pero hay zonas de los océanos donde prácticamente no hay ninguna gobernanza.
Transferencia de tecnologías
De ahí, la idea de este nuevo acuerdo sobre “la conservación y el empleo sostenible de la biodiversidad marina” en alta mar, negociado en el marco de la Convención sobre el Derecho del Mar.
Los negociadores de la ONU intentarán sentar las bases desde hoy y hasta el 8 de abril. Entre los más delicados figura la explotación de los recursos genéticos marinos.
“En la actualidad, no hay reglas, es ‘el primero en llegar, el primero en ser servido’”, explica Julien Rochette. Tres países -EE.UU., Alemania y Japón- detentan el 70% de las patentes registradas sobre los organismos marinos.
Los negociadores también hablarán de la instauración de áreas marinas protegidas, “una de las mejores herramientas” de protección, según el biólogo marino Callum Roberts, de la Universidad de York (Reino Unido).
“Menos del 1% de alta mar es parte de un área marina protegida”, según la Alianza para la Alta Mar.
También se abordará la creación de “un mecanismo para realizar evaluaciones del impacto (de las actividades humanas) sobre el medio ambiente”, precisa Page.
Los países en desarrollo insisten asimismo en la necesidad de transferir tecnología de los países desarrollados.
Esta nueva regulación es aún más urgente si se toma en cuenta una amenaza que podría materializarse pronto: la explotación minera. “Todavía estamos en la fase de exploración”, la explotación “no es aún comercialmente viable” debido al alto costo de la extracción, explica Callum Roberts. Pero, añade, podría serlo en 10 años.
Se espera que los negociadores tengan listo un proyecto de acuerdo para finales de 2017. Luego, la Asamblea General de la ONU decidirá en 2018 si convoca a una conferencia intergubernamental para negociar un acuerdo universal.
En la conferencia sobre el clima de París en diciembre, “logramos actuar para proteger el clima mundial. Ahora tenemos que mostrar la misma energía para proteger los océanos del mundo”, destaca Jessica Battle, de WWF International. (I)