Médico argentino llegó al país para realizar cirugías cardíacas
El nexo como colegas y la amistad que existe entre el médico cirujano Roberto Gilbert Febres Cordero, director de la clínica Guayaquil, y el cardiocirujano argentino Roberto R. Favaloro, presidente de la Fundación Favaloro, de Buenos Aires, ha logrado que cientos de especialistas ecuatorianos estén en constante capacitación en temas relacionados con cirugías del corazón.
René Gerónimo Favaloro, tío de Roberto -quien visita el país frecuentemente-, fue un prestigioso médico cardiocirujano, reconocido mundialmente por ser quien realizó el primer bypass cardiaco en el mundo.
En 1975 fundó la Fundación Favaloro, que además se convirtió con el tiempo en un centro de estudios universitarios y una casa asistencial. En 1992, The New York Times lo consideró el “héroe mundial que cambió parte de la medicina moderna y revolucionó la cardiaca”. El diario estadounidense no exageraba: Favaloro realizó 13.000 bypass hasta sus 69 años, cuando decidió dedicarse íntegramente a la enseñanza.
Anualmente, su sobrino -hoy de 58 años- se traslada hasta la clínica Guayaquil, donde ofrece charlas que están acompañadas de una jornada de cirugías complejas a corazón abierto.
Esta iniciativa científica -que se realiza sin costo- comenzó hace aproximadamente 15 años, cuando ambos especialistas crearon el programa ‘Educación Médica Continuada en el Área de Cirugía’.
La última visita que efectuó el cardiocirujano fue del 18 al 20 de febrero pasado. Durante ese lapso, Favaloro realizó tres intervenciones quirúrgicas complejas a corazón abierto.
La primera se hizo en un adulto de 42 años, quien llegó del campo con un aneurisma de aorta ascendente, es decir, incremento de tamaño de la principal arteria que sale del corazón. Además, presentaba una insuficiencia aórtica, es decir, el cierre defectuoso de la válvula nombrada que genera una fuga o regurgitación de sangre.
Este paciente fue sometido a una cirugía denominada “Bentall Bono”, en la cual se reemplazó la aorta comprometida por una válvula aórtica de cerdo y un tubo hueco.
La anticoagulación es necesaria para que la persona intervenida no sufra sangrados nasales, estomacales e incluso más graves en la cabeza o genere un accidente cerebrovascular hemorrágico. “Se trataba de un agricultor de escasos recursos económicos al que no podíamos colocarle un tubo mecánico, como se hace tradicionalmente. Este último requiere anticoagulantes de por vida, en cambio el del cerdo no”, explicó el especialista.
La única diferencia entre estos dos materiales -añadió- es que la válvula del animal se desgasta y el paciente requerirá en el futuro de otra operación. El cardiocirujano resaltó la importancia de esta intervención, puesto que aseguró que el aneurisma podía reventarse por su tamaño (6 centímetros) y el corazón expulsaría de 5 a 7 litros de sangre. Esto lo llevaría a una muerte segura.
La segunda cirugía se realizó a un hombre de 21 años, quien tuvo que someterse a una tercera operación para resolver una insuficiencia respiratoria, ocasionada por el pequeño tamaño de una válvula aórtica, que es la que permite el flujo de sangre del ventrículo izquierdo del corazón hacia la aorta.
La medida que necesitaba era de 23 milímetros y él tenía una de 19. Esto conllevó a que la válvula se infectase y -al igual que el primer paciente- sufriera de insuficiencia. “El anillo se deterioró, por lo que la sangre iba y venía. Se trataba de una intervención compleja, ya que el riesgo aumenta con el número de cirugías”, acotó.
En este caso, el usuario tuvo que someterse a la extracción de la válvula aórtica y a una miomectomía septal, es decir, la extirpación de una porción de la membrana que divide al corazón en la cámara ventricular izquierda y ventricular derecha, ya que medía más de 9 milímetros y la sangre no fluía correctamente.
Pese a esta operación, el espacio era chico para colocar una válvula de 23 milímetros. “Tuvimos que realizar una cirugía de ampliación del anillo aórtico. Si no se hacía esto no solucionábamos el problema”, manifestó Favaloro.
La tercera operación duró 2 horas con 10 minutos. Se trató de una persona que fue intervenida hace 10 años por Favaloro y a quien tuvieron que reemplazarle nuevamente el tubo mecánico que poseía.
También resolvieron un aneurisma de aorta ascendente que se había formado, debido a que el individuo sufría de hipertensión arterial y no consumía medicamentos para controlarla.
El cardiocirujano Roberto R. Favaloro resaltó que estas enfermedades cardiovasculares se evitan con un chequeo anual, además de una sana alimentación y la práctica de ejercicios.
Además resaltó que el control de la presión arterial es indispensable porque el tenerla elevada puede generar enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares, afección en las válvulas del corazón, entre otros males.