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El Telégrafo
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Preservar el patrimonio es prioridad en Manta

Una pieza emblemática es observada en el Museo Centro Cultural Manta. A los visitantes se les  explica acerca de su procedencia.
Una pieza emblemática es observada en el Museo Centro Cultural Manta. A los visitantes se les explica acerca de su procedencia.
Fotos: Rodolfo Párraga / EL TELÉGRAFO
31 de mayo de 2019 - 00:00 - Redacción Intercultural

En el Museo Centro Cultural de Manta la aclimatación es un punto a favor para la conservación de las figuras.

De martes a domingo y días feriados, ciudadanos y turistas desfilan por las instalaciones del Museo Centro Cultural Manta para conocer sobre la historia de Manta y Manabí. Uno de ellos es Sebastián Hernández.

 Se ha percatado de que  el patrimonio arqueológico que se exhibe tiene un buen tratamiento.

En este lugar existen más de 250 piezas arqueológicas en cuyas salas de exposiciones se habla por lo general de la cultura Manteña.

Los objetos se encuentran en el interior de las estructuras de vidrio para su conservación, además la climatización del lugar es uno de los factores positivos. Se trata de un material con hasta 10 líneas de espesor.

Este asentamiento prehispánico llama la atención pues tuvo contacto con los colonizadores españoles 500 AC hasta 1550DC en periodo de integración.

Asimismo hay una reserva de fragmentos de las culturas Bahía y Jama Coaque.

El tratamiento que se le da a estas piezas es todo un proceso para su mantenimiento. Los lunes se trabaja en la limpieza de cada una de las piezas comenta Juan Carlos Macías, técnico en gestión cultural del Museo.

El procedimiento que reciben lo da un especialista del Ministerio de Cultura que las limpia y les ve hasta el más mínimo detalle para descartar alguna afectación por humedad o por el sol, porque la prioridad es cuidar el patrimonio y preservarlo para que se mantenga en el tiempo.

El técnico labora todo el día junto con cuatro personas que lo acompañan en  esta labor al empezar la semana.

Con alcohol industrializado y cepillos de dientes eliminan la suciedad y bacterias que crean humedad que pueden afectar las piezas.

El frotado de las más pequeñas, como los torteros arqueológicos (forma de botones), toma hasta 15 segundos, mientras que las más grandes, que son los gigantes de Bahía o los incensarios de la cultura Manteña, se llevan hasta un minuto.

“Es que el proceso de cepillado es rápido”, señala Juan Carlos.

Este técnico con alegría recibe a los visitantes, ahora sabe y conoce la forma de mantenimiento, porque luego del terremoto del 16 de abril de 2016 (16-A) formó parte de la capacitación que recibió el personal del Museo.

El propósito era hacer  limpiezas rápidas y de una u otra forma que a las piezas no les cayera hongos, que son los que degeneran las figuras.

Es que con el sismo el sistema de climatización dejó de funcionar, tema que se solucionó recién hace cinco meses.

Juan Carlos asegura que eso es una ventaja, con ello ya no hay humedad que antes existía con el fuerte sol.

“Después del 16-A nosotros tuvimos daños en algunas vitrinas y piezas arqueológicas, algunas se hicieron pedazos y se las llevaron los técnicos para repararlas”.

Por lo general, al mes son cuatro veces que los vestigios son sometidos a este proceso de dejarlos expeditos.  

Los colaboradores y técnicos del museo local siempre están vigilantes del aseo de las piezas.

Pero a la par de esta tarea hay restricciones para la gente que recorre el lugar,  no tocar los vidrios y si realizan fotos que estas sean sin flash porque de lo contrario dañan el material.

“En algunos museos está prohibido hacer gráficas, nosotros tratamos de educar para que el visitante cuide el patrimonio y se preserve en el tiempo”, señala Macías.

El gestor cultural y escultor José Loor, al momento de ver las vitrinas del museo donde están las figuras,  atraviesa por su mente la etapa de niño en que tuvo la oportunidad de ver cómo sacaban miles de piezas de los huaqueros en la parroquia Los Esteros de Manta, donde queda actualmente el mercado.

Estas piezas ahora están en el Museo de Manta y se llaman los gigantes; en ese tiempo ya le sorprendía que esas figuras se hayan conservado en el espacio.

Admira la conservación que tienen y los reglamentos para su protección.

“Es importante que a las figuras no les dé el sol, son piezas que posiblemente se pueden resquebrajar, porque en ese tiempo no había los hornos que hay ahora, sin embargo ahora con el sol se suelen rajar”.

El promotor cultural Antonio Cedeño no conocía la manera de tratar las piezas que se exhiben en el Museo local, pero admira que con el tiempo no pierdan esa originalidad.

Cree que antes de llegar el material arqueológico a las vitrinas del lugar, los minerales  de la tierra de donde fueron extraídas, ayudaron a mantener la originalidad.

El escultor Loor exhorta a visitar el Museo porque ahí está la memoria sobre todo de la localidad.

Los visitantes llegan desde varias ciudades del país y del extranjero. Uno de ellos es Vincent Demond. Vino a visitar a unos amigos estadounidenses en el puerto manabita.

Para conocer parte de la historia de Manta le comentaron que existía un museo. No dudó y se dirigió al lugar.

Sin duda cada nación tiene su memoria histórica, no sabía que quienes formaban parte de la Cultura Manteña eran hábiles navegantes. Eso es muy interesante, refirió.

A Vincent, le llamó la atención las figuras conocidas como torteros, son tan diminutas y dentro de ellas los artesanos de la época grabaron signos, “sin duda cada pieza guarda parte de las actividades cotidianas”. (I)  

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