Carlos y Santiago juegan en el parque, pero no con los columpios, ni en el sube y baja, más conocido en Ecuador como el ‘guinguiringongo’. Aprovechan las áreas verdes para probar unos pequeños aviones a control remoto. Les parecen novedosos, pero luego de probarlos 30 minutos se cansan y vuelven a casa. “Los niños de hoy en día no se sorprenden con cualquier cosa, tienen claro lo que les interesa”, dice Eugenia, la madre de ambos mientras entra con ellos a casa.

¿Recuerda cuando jugar era sinónimo de salir a la calle, ver a sus amigos, sin siquiera llevar los teléfonos móviles? El escondite, la rayuela o simplemente patear una pelota eran las distracciones. Hoy, para los niños, nacidos a partir del 2000, la realidad es otra. Las nuevas tecnologías y los éxitos científicos han hecho de ellos “seres más informatizados y más avanzados (...) van creciendo al ritmo de la sociedad moderna”, según explica Ricardo Fernández de la revista digital El Recreo. Nadie duda entonces que las nuevas generaciones son distintas. Para muestra están los innumerables estudios de consultoras como Nielsen, Deloitte y el propio Inec (Instituto Nacional de Estadística y Censos) en Ecuador.

Nielsen, por ejemplo, indica que el 42% de los niños de 0 a 8 años ya son usuarios activos de Internet, mientras que aquellos de 6 a 8 años son los que pasan más tiempo conectados. Pero en las estadísticas hay un punto de quiebre: los encuestados en su mayoría radican en ciudades y en naciones en desarrollo. En el país el 46,6% de los niños, entre 5 y 12 años, usa un computador y el 32,7% navega de forma regular por Internet.

Tal como proclamó la Asamblea General de las Naciones Unidas, los niños y las niñas son los “ciudadanos del ahora, por ello su desarrollo y bienestar es fundamental para construir sociedades más justas y equitativas”.  Hoy que se recuerda el Día del Niño, la pregunta es: ¿cómo viven su infancia los pequeños? Los ‘ciudadanos del ahora’ conviven en un presente en el que la tecnología juega un rol predominante y es cada vez más accesible.

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Sergio sale con Franklin, su papá, una vez a la semana, por lo general al parque. Tiene 8 años, no tiene celular pero sí una tableta y un Nintendo Wii “con eso es suficiente”, dice. Su papá, entre risas, confiesa: “Yo trato de que no ande mucho en la computadora y siempre vamos a un parque a pasear”.

En las salidas al parque, Sergio disfruta más alimentando a los patos, a las palomas, viendo el río que jugando en la tableta. “Antes me divertía, pero ya me aburre porque tengo unos juegos malos”, dice.
Pero no siempre es así, en el mismo parque en el que están Sergio y su papá, camina Eddy con su hijo Justin, de 8 años también.

Para Justin “el trompo, las bolichas, las cogidas, el brinca y brinca, las escondidas, todos esos juegos que yo jugaba son antiguos”, recuerda Eddy.

Él no tiene celular, pero su hijo de 12 años sí, el móvil está equipado con WhatsApp, Facebook y Twitter. Eddy no tiene ningún problema en el manejo de esas redes sociales porque cree es su ‘forma de comunicarse’. Aunque sí considera que requieren de supervisión.

Los ejemplos de Sergio y Justin en las urbes principales de Ecuador son comunes: la tecnología los atrae y, según una encuesta efectuada en 2011, el 33% de pequeños prefiere subir a su cuarto a navegar en Internet, que conversar con amigos o padres, al menos no cara a cara.

En medio de niños como Justin o Sergio también están Ángeles y Belén. Tienen cualidades innatas de los menores de edad actuales: no se asustan, por ejemplo, de cualquier amenaza materna como “si no duermes, te va a coger el cuco”.

Ellas juegan y van a la escuela en Pedro Carbo, cantón de Guayas. Su pasatiempo preferido no es ni la televisión, ni la computadora. Prefieren pasar las tardes, después de terminar los deberes, jugando el ‘volai’, una dinámica que les enseñaron sus primas más grandes. Consiste en coger una tabla con la que lanzan una pelota que debe caer sobre unas tapillas de cola o cerveza. Cuando lanzan la pelota gritan ‘¡volai!’. Cuantas más pelotas caigan sobre las tapas, más oportunidades tienen de ganar.

Sin duda lo que diferencia a Ángeles y Belén del resto de niños es su nivel de acceso a la tecnología, determinado por el lugar donde viven. Pedro Carbo es una zona agrícola y con alto componente rural. Si bien la penetración de Internet ha crecido en Ecuador, esto no ocurre en igual proporción en el campo. De acuerdo con el Inec, en la zona rural el porcentaje de hogares que tienen acceso a internet es del 9,1%, mientras que en el área urbana es del 37%.

A medida que crezcan y con mayor acceso a las TIC, las preferencias de Ángeles y Belén podrían cambiar. En este universo en que la tecnología marca las vidas de los niños ‘posmillenials’ (nacidos después del 2000), muchos psicoanalistas se preguntan si la Web está modificando la capacidad de abstraerse e imaginar en los niños. Aún no hay estudios que lo comprueben, y especialistas como Jim Taylor de la Universidad de San Francisco, indican que las relaciones y la educación de los ‘ciudadanos del ahora’ depende, como en los viejos tiempos, de la calidad del tiempo que les den sus padres en casa. (I)