Los tenistas sobre ruedas ganan confianza y amigos
Todos los martes, jueves y sábados 50 niños, adolescentes y adultos que viven con alguna discapacidad (física o intelectual) llegan -por sus propios medios- hasta una de las canchas de tenis del Círculo Militar, en el norte de Quito.
Raúl Cortez (de 35 años) y Jorge Gordillo (de 32) lo hacen caminando. Ambos tienen discapacidad intelectual. Hasta antes de formar parte de la Fundación Ecuatoriana de Tenis sobre Ruedas, sus progenitoras no dejaban que ellos transiten solos por la ciudad. Pero con el tiempo y la ayuda del deporte, ellos lograron ser más independientes.
Ahora, Raúl pasa por la casa de Jorge, quien vive a pocas cuadras de su domicilio, ubicado en zona de La Floresta. Caminan juntos hasta su entrenamiento.
En la cancha los espera Álex Peña, quien, además de dirigir la fundación, es el entrenador.
Peña fue tenista profesional y hace más de 10 años administró el Club Buena Vista. Una noche, mientras salía de su jornada laboral, fue víctima de un asalto, en su intento por escapar tuvo un accidente de tránsito. Pasó cuatro meses hospitalizado:_nueve días en coma y 18 en cuidados intensivos.
Peña perdió la movilidad de su brazo y su pierna izquierda, pero eso no fue impedimento para que se alejara de las canchas.
Él aprendió a jugar sobre una silla de ruedas adecuada para los deportistas con discapacidad física. La Federación Internacional de Tenis lo calificó como entrenador para personas que se movilizan de esa manera.
Gracias a una adecuada rehabilitación volvió a caminar. Él recuerda -mientras saca sillas, pelotas, raquetas para que sus chicos inicien el entrenamiento- que el accidente lo impulsó a crear un espacio para que las personas con discapacidad disfruten del deporte.
“Al recuperarme sentí que la vida me dio una segunda oportunidad, y quise darle un sentido. La fundación lo es”.
Junto a Peña, la chef María de Lourdes Intriago ayuda a llevar los implementos a la cancha. Ella es parte de los 150 voluntarios que colaboran con la fundación. Su trabajo consiste en recoger las pelotas de la cancha y ayudar a los niños que padecen paraplejia. Intriago les sostiene sus manos para que puedan alzar la raqueta y golpear.
Poco a poco llegan más integrantes de la fundación. Uno de ellos es Magno Benalcázar, de 27 años, quien nació con parálisis cerebral. Él se moviliza con andador, pero en el entrenamiento usa una silla profesional para jugar tenis.
Magno es el más animado durante el escenario. Bromea con su entrenador y compañeros, mientras su padre, Bosco, lo mira sentado en el límite de la cancha.
Magno se enteró de la iniciativa por medio de una transeúnte. Ella, al ver que él y su familia paseaban por el parque La Carolina, les comentó que existe un club de tenis para chicos con discapacidad. Al siguiente día llegaron a la cancha del Círculo Militar y, desde entonces, Magno asiste sin falta.
También acude a la cancha Ana Lucía Arellano, mamá de José Miguel Arteaga. Él, quien nació con síndrome de Down, sufría obesidad, pero desde que practica tenis su peso se ajusta a su tamaño.
La médica Liliana Suasnavas sostiene que la actividad física es vital para todas las personas con discapacidad (niños, jóvenes, adultos y adultos mayores).
El entrenamiento desarrolla nuevas habilidades y ayuda a trabajar en equipo; aumenta la autodisciplina, las habilidades organizativas, el liderazgo y el sentido de responsabilidad hacia ellos y los demás.
Los beneficios también son psicológicos, pues el deporte reduce el estrés y ayuda a socializarse.
A la fundación también acuden adultos. Eduardo Mora, de 73 años, es uno de ellos. A los 17 años un auto lo atropelló y para salvar su vida le amputaron sus piernas. Desde entonces se desplaza en una silla de ruedas.
Mora es uno de los más destacados en el entrenamiento. Con el pasar de los años y el adiestramiento adecuado, sus brazos adquirieron mayor fuerza para moverse.
Para él, el principal beneficio del deporte es la distracción y los lazos de amistad que se forman entre compañeros y familiares
Para facilitar el desplazamiento de los chicos del club, la entidad adquirió una furgoneta. En la parte exterior del automotor hay una gigantografía de los muchachos inscritos. La compraron con una donación que realizó el presidente de la República, Rafael Correa. El monto fue parte de la indemnización que pagó Fernando Villavicencio. (I)