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Ecuador, 21 de Enero de 2025
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El Telégrafo
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Los residuos agrícolas cobran nueva utilidad en biorrefinería de Nayón

El Ph.D. Javier Carvajal Barriga levanta un pedazo de tagua y observa por uno de los agujeros del material. Los desechos de tagua, producto de la elaboración de botones, fueron traídos desde Manabí hasta Nayón, en el norte de Quito. En otras ocasiones su destino final hubiera sido el tacho de la basura, porque de la semilla de tagua solo se utiliza el 20%. El resto es quemado en hornos de la Costa.

Esta vez será diferente, Carvajal y un grupo de 35 investigadores han optado por darle un buen uso a este material en la primera biorrefinería de desechos agrícolas e industriales que funciona en el país.

Hay tres propósitos en la mira: reutilizar esos desechos, descubrir nuevas especies de levaduras y convertir la biorrefinería en un centro de investigación para obtener etanol y otro tipo de elementos que generen energía limpia.

Cuando se critica el excesivo efecto en el medio ambiente con la quema de combustibles fósiles, las biorrefinerías, como la de Nayón, tienen un rol destacable en el combate del cambio climático de acuerdo al Foro Económico Mundial.

Otros estudios también señalan que la economía sustentada por el petróleo se agota. Así expone Vladimir López en su libro ‘El fin de la era petrolera’, publicado en 2013. En este marco, la producción de etanol obtenida a partir de desechos podría ser una alternativa de largo aliento.

Nayón actualmente es una planta piloto como parte del proyecto Recursos Sustentables para Etanol (Reseta) que se ejecuta con financiamiento de la Universidad Católica y la Senescyt. “En esta biorrefinería se genera el conocimiento para después escalar a una planta industrial”, dijo Carvajal.

Los desechos orgánicos y los industriales con un adecuado tratamiento químico, bioquímico y biológico pueden transformarse en productos útiles, como cartón, plástico, papel, gel desinfectante y hasta nanocelulosa. Este último es considerado el material del futuro por la posibilidad de elaborar farmacéuticos y biocombustibles.

La biorrefinería de Nayón posee capacidad para producir de 40.000 a 60.000 litros de etanol anhidro por año con la biomasa residual. Además de la tagua, se probarán otros materiales como las papas fritas. El 65% de este snack es carbohidrato que puede utilizarse para fabricar etanol. También se usarán los desechos del banano (tallo, hojas y raquis).

Según Carvajal, anualmente se producen 3’500.000 toneladas de residuos de plátano. De estos se podrían emplear más de un millón de metros cúbicos en biofertilizantes, 175.000 toneladas en celulosa y 40.000 toneladas en etanol.

En la presentación de la planta piloto el titular de la Senescyt, René Ramírez, indicó que con la biorrefinería de Nayón inicia la era pospetrolera del país.

“El conocimiento es un medio para el cambio de matriz productiva y energética. Estamos trabajando por el Ecuador del futuro”, dijo.

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