Los científicos de la universidad del norte de arizona siguieron el rastro a 26 parejas de padres e hijos
Los juguetes electrónicos limitarían la comunicación oral entre menores de edad
Los datos del Servicio Nacional de Aduana (Senae) indican que de enero a septiembre de 2014 el Ecuador importó $ 29’817.094 en juguetes; pero en 2015 la cifra ascendió a $ 45’844.267. En su mayoría este tipo de insumos importados, muy cotizados en Navidad e incluso cerca del llamado Día de los Reyes, son artículos de plástico, y otro gran grupo es de electrónicos.
Pero, ¿qué efecto a mediano o largo plazo puede tener el uso a temprana edad de tablets y videojuegos? Los investigadores de la Universidad del Norte de Arizona grabaron los sonidos de 26 parejas de padres y niños de entre 10 a 16 meses de edad mientras jugaban en sus casas, para conocer cómo reaccionan ante este tipo de distracción digital y electrónica.
El resultado de su investigación, publicado en la revista JAMA Pediatrics, es que con los juguetes electrónicos (ricos en luces y sonidos) los menores de edad desarrollarían un lenguaje de menor calidad y menos rico en palabras, en comparación con el intercambio oral que mantienen padres e hijos al compartir libros y juguetes tradicionales, como un rompecabezas de madera.
“Mientras jugaban con los instrumentos electrónicos, los padres utilizaron menos giros conversacionales, produjeron un menor número de respuestas y emplearon menos palabras con contenido específico que cuando jugaban con los libros o rompecabezas”, explicaron los investigadores, quienes no son los únicos en analizar los efectos de las tablets y celulares en los menores de edad.
Otro hallazgo fue que los niños vocalizaban menos mientras jugaban con los instrumentos electrónicos que con los libros, y que los padres usaban menos palabras durante el juego con elementos tradicionales que mientras jugaban con los libros.
“Estos resultados proporcionan una base para desalentar la compra de juguetes electrónicos, anunciados como educativos y que suelen ser bastante caros. Además, se suman a la gran cantidad de evidencias que respaldan los beneficios potenciales de la lectura en niños muy pequeños”, afirman los autores.
En la misma revista Jama Pediatrics, los doctores Jenny S. Radesky, de la Universidad de Michigan, y Dimitri A. Christakis, del Hospital Infantil de Seattle, evalúan los resultados obtenidos por el equipo de la Universidad del Norte de Arizona.
“Los juguetes electrónicos que tienen luces o producen ruidos son muy eficaces a la hora de llamar la atención de los niños mediante la activación de su reflejo de orientación. Este reflejo primitivo obliga a la mente a concentrarse en nuevos estímulos visuales o auditivos”, explican los expertos en un reportaje publicado en el portal Confidencial.
Según Radesky y Christakis, un detalle clave al momento de escoger un juguete es que potencien la conversación durante el juego, de esta forma los niños aprenderán a decir sus primeras palabras y además cultivarán habilidades sociales, como el respeto por los turnos y las ideas de los otros; o la adquisición de roles durante el juego.
“Las interacciones verbales son solo una parte de la historia. Lo que falta en este estudio es una perspectiva sobre cómo las interacciones no verbales, que también son fuente importante de habilidades sociales y emocionales, varían según el tipo de juguete”, opinan. A pesar de las críticas a los juguetes electrónicos, los científicos no descartan que las actividades digitales tienen un potencial enorme, mucho más en la era de la conectividad.
Juguetes hechos por los padres
Camilo Peralta, del colectivo Ecologistas en Acción, convirtió la caja de un microondas en la base de un futbolín. Con las tapas y unos palos de pincho hizo los jugadores. Él y su esposa, Gloria Moreira, dibujaron la cancha y los jugadores y los pintaron. Martín, su hijo de 6 años, recibió el juguete el 24 de diciembre. “Es muy grato dar juguetes hechos por uno mismo. Así se conjuga el amor de los padres hacia sus hijos y el respeto por la madre naturaleza”, dijo Moreira. Ellos son parte de una corriente de padres que busca crear juguetes únicos y propios para los hijos, como una forma tanto de educarlos y reutilizar objetos.
Dolores Capón es ambientalista y también ha preferido practicar las 3R del reciclaje: reusar, reducir y reciclar, a la hora de jugar. A ella le tomó un mes armar una casa de muñecas con pedazos de madera y papel. También hizo cinco muñecas con palos de helado, retazos de ropa y pinturas. Lo hizo porque considera que los artículos de juguetería van a parar a la basura, luego de unas pocas horas de usarlos.
Si los padres no tienen tiempo para elaborar un juguete, pueden comprar uno con características sostenibles y ecológicas: que no requieran pilas o que sean recargables, libres de plomo y se puedan cargar con cable USB.
Otra de las alternativas es la reutilización. Una vez que los juguetes de los niños pierden vigencia (porque los chicos crecieron o los artículos no están en buenas condiciones) hay opciones para que estos objetos no se conviertan en desechos sólidos.
Ya sea que decida armar sus propios juguetes o comprar productos de índole educativa, los especialistas recomiendan no perder ese contacto con los pequeños al delegar su cuidado a los celulares o tablets. (I)