El cultivo de huertos cada vez mueve a más grupos. Algunos lo hacen para cuidar el planeta, otros por fines terapéuticos y muchos para mejorar su economía. En fin su práctica tiene múltiples razones.

Félix Jumbo, quien es un ecuatoriano que emigró hace 15 años a España, cuenta que luego de quedar desempleado junto con un grupo de vecinos decidió ocupar un angosto terreno junto a la vía del tren y entre altos edificios de viviendas levantados durante la burbuja inmobiliaria que estalló en 2008.

Para Jumbo, de 51 años, la actividad representa una terapia, “nos olvidamos del paro”, cuenta mientras trabaja en uno de los miles de huertos creados en el popular barrio madrileño de Adelfas.

Como este, “en España, muchos de los huertos están cercanos al ferrocarril, en lugares donde no está clara la propiedad” de la tierra, explica el sociólogo Gregorio Ballesteros, experto de la Sociedad Española de Agricultura Ecológica.

En Andalucía, por ejemplo, la región con el más alto desempleo -33,6% frente al 23,78% nacional- el gobierno regional impulsó en los últimos años la creación de “huertos sociales” destinados a familias en riesgo de pobreza.

“Esto es una salida para volver uno a renacer, porque uno estaba muerto y ha vuelto otra vez a la vida”, afirma con voz temblorosa Victoriano Castellanos, de 59 años.

En Ecuador también hay quienes apuestan por tener un huerto en casa. En una entrevista pasada a este diario el ingeniero agrónomo Jonathan Rugel dijo que esta práctica permite alimentar a las familias.

Según la FAO, una persona tiene que consumir 400 gramos de frutas y hortalizas al día. “La creación de huertos que midan 6 metros de largo por 1 de ancho representaría alrededor de 1,67 kilogramos al mes y si poseemos 36 metros cuadrados en producción tendremos un promedio aproximado de 60,127 kg al mes que ayudaría alimentar a una familia de 5 miembros”, aseguró Rugel.

Precisamente, en 2014 esta práctica le valió a Quito estar en el listado de las Ciudades más verdes en América Latina y el Caribe. El reconocimiento lo realizó la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura.

El informe de la FAO indica que “la experiencia de Quito ha demostrado que es posible practicar la agricultura intensiva en un ambiente urbano, y que ello ayuda a reducir la malnutrición en los hogares pobres, reforzar la seguridad alimentaria en los hogares y además genera empleo e ingresos”.

Una inversión de $10

Menos de $ 10 se requiere para hacer un huerto de 1 metro de ancho por 2 de largo. El valor incluye los materiales (caña, clavos y tablas) para la cama en la que irán los cultivos, así como las semillas.

Los orígenes de los huertos se remontan a finales del siglo XIX durante la revolución industrial. Surgieron en Estados Unidos y el norte de Europa, “los huertos urbanos están ligados históricamente a fenómenos de crisis” -económica, bélica o social- aunque ahora se vinculan a la soberanía alimentaria y la ecología, recuerda el sociólogo Ballesteros. (I)